La imagen que ilustra nuestra entrada de hoy, recoge cuaro fotogramas de la agresión llevada a cabo por el Sr. Beiras al Presidente de la Xunta, durante un debate en el que salió a colación el asunto tenebroso de las relaciones mantenidas entre el político popular y un conocido narcotraficante. Cuando se dispararon las instantáneas en cuestión, el posteriormente implicado no era culpable ni imputado en nada, y el comercio con tabaco de contrabando en Galicia estaba a la orden del día. Las fechorías que cometiese después el traficante nada tienen que ver con el Sr. Núñez, que ya entonces, puso su puesto a disposición del partido. Diferente es el caso del Sr. Beiras, que golpeó la mesa, insultó, amenezó y abandonó la sala rezongando vocablos ininteligibles. Cuestra trabajo creer que esa es la forma del progresismo de mostrar su disconformidad, su desacuerdo. Las actitudes de líderes pseudoprogresistas se aproximadan cada vez más al totalitarismos, desde el momento en el que son ellos precisamente, quienes establecen las bases de lo políticamente correcto, generalmente con relación a un ideario tan utópico como trasnochado. A partir de ahí, el Sr. Beiras lucha por una Galicia aislada tanto en la lengua como en la geografía. La vestimenta y la ausencia absoluta de respeto por el mejor de los peores sistemas políticos que tenemos, esta democracia nuestra, es otro de los marchamos del galleguista, empecinado en pensar que lo fundamental son las diferencias propias de la idiosincrasia. Se equivoca: Siempre es mucho más lo que nos une que lo que nos separa.