Artículo publicado el 8 de abril de 2011 en el blog The Physics ArXiv Blog.
Si las civilizaciones alienígenas compiten por recursos escasos, el proceso de evolución puede asegurar que los supervivientes se mantengan tan silenciosos como sea posible.
En una charla informal durante la comida en 1950, el físico ítalo-americano Enrico Fermi propuso una pregunta ahora famosa. Si la vida inteligente ha evolucionado muchas veces en nuestra galaxia y en otras, ¿por qué no vemos signos de ella?
Hay un número de respuestas estándar a esta paradoja. La primera es que la vida realmente es bastante rara y la humanidad es la primera especie en hacerse lo bastante avanzada como para contemplar otras civilizaciones.
Otro argumento es que las especies inteligentes han sido comunes a lo largo de la historia, pero terminan destruyéndose a sí mismas o su hábitat con su propia tecnología, tales como armas nucleares o combustión de combustibles fósiles.
Otra aproximación es que las civilizaciones avanzadas son comunes y tienen conocimiento de nosotros, pero se mantienen ocultas por miedo a perturbar nuestra delicada cultura.
Hoy, Adrian Kent del Instituto Perimeter en Waterloo, Canadá, propone otra posibilidad. Su idea es que las civilizaciones son comunes, que han interactuado muchas veces en el pasado, pero terminaron compitiendo por recursos escasos. Cuando esto sucede, el proceso de evolución, que opera a lo largo de vastas escalas temporales, asegura que los supervivientes aprenden a mantenerse en silencio.
Esta es una idea que no puede descartarse con ligereza. Kent dice que un argumento en contra podría ser apuntar a cómo funciona la evolución en la Tierra. Normalmente funciona en ecosistemas en los cuales las especies se hacen interdependientes en formas muy complejas.
Aunque muchas especies desarrollan formas para camuflarse, no terminan ocultos en aislamiento. Por lo que según esto, los miedos de Kent son infundados.
Pero la evolución a escala cósmica sería muy diferente, comenta. La evolución cósmica debe funcionar a lo largo de vastas distancias y la escasez de recursos ofrecida por los planetas habitables sería muy rara.
Kent lo dice así: “Si los hábitats cósmicos están los bastante separados para que sean difíciles de encontrar, la mejor estrategia, de lejos, para una especie típica implicada en evitar la derrota en tales competiciones puede ser la de evitar entrar en ellas, siendo lo bastante discretos como para que ningún adversario potencial identifique su hábitat como valioso”.
Esto genera importantes preguntas sobre si la humanidad es inteligente al advertir de su existencia. Ya se han realizado varios intentos de enviar mensajes a las estrellas y muchos científicos han señalado que esto podría ser un grave error, incluso uno que lleve al suicidio.
Kent dice que el riesgo es fácil de malinterpretar. Te dejaré con su conclusión:
“Se puede resumir la idea clave de forma bastante simple. Si no hay alienígenas ahí fuera, cualquier esfuerzo de comunicación es, obviamente, una pérdida de tiempo. Por tanto podemos asumir para la discusión que hay alienígenas ahí fuera que reciben nuestros mensajes en algún punto.
“El parámetro relevante, entonces, no es la probabilidad de que nuestros mensajes sean recibidos por alienígenas que podrían hacernos daño potencialmente: Es la probabilidad condicional de que los alienígenas que reciban los mensajes nos hagan daño, dado que los mensajes están siendo recibidos (y comprendidos como mensajes).
“¿Podemos realmente decir que esta probabilidad es tan despreciable, teniendo en mente que tales alienígenas parecen no haber hecho intentos recíprocos de advertir su existencia?
“Los argumentos considerados arriba sugieren que no podemos”.
Para más información sobre la Paradoja de Fermi, puedes visitar el blog Física en la Ciencia Ficción y su serie de Soluciones a la Paradoja de Fermi.
Artículo de Referencia: arxiv.org/abs/1104.0624: Too Damned Quiet
Artículo traducido y posteado en Ciencia Kanija, el original se publicó en Technology Review.