Esta colaboración viene de la mano de una cuestión que Grisel viene meditando hace un buen rato. Me pidió ayuda para abordar eso que nos puede complicar un poco la transición entre nuestro mundo plagado de ideas y nuestra alma llena de emociones por compartir, y el obstáculo que nos detiene, haciendo que no logremos escribir: la depresión creativa. ¿Has escuchado sobre ella?
En mi formación como psicóloga, y en la experiencia que he ido adquiriendo, no he conocido el concepto «depresión creativa» como tal; pero para ser honesta, hay que plantear una realidad: los artistas difícilmente irán a un espacio de psicoterapia.
Creo que de por sí, el artista tiene una fuente que lo nutre para crear, y justamente se sustenta en el dolor psíquico, emocional o físico.
¿Pero qué sucede cuando nos sentimos llenos de dolor para transmutar?, ¿de sufrimiento existencial?, ¿de necesidad de comunicar palabras desde nuestra alma para otro ser (que también somos nosotros mismos) al que le pueda servir? y aun así, no podemos escribir. Distintas pueden ser las razones para encontrarnos en una fase depresiva o, algo que puede venir concatenado, el bloqueo creativo.
A veces el bloqueo en la creatividad puede responder a una excesiva exigencia por parte nuestra en lo que vayamos a plasmar, basándonos de antemano en el resultado sin conectarnos con el proceso, que, si estamos hablando de creatividad, deberíamos transitar el camino de SOLTAR, liberarnos de las expectativas (internas o externas) y arrojarnos a esa mano que escribe sola.
También puede ser por un factor emocional. Quizá hayamos sufrido una pérdida real o simbólica, tal vez nos hallemos recorriendo un período de duelo (mudanzas, pérdida de trabajo, separación, divorcio, culminación de carrera, redefinición laboral) o sin que podamos encontrar una causa aparente. El punto es que entramos en un episodio depresivo.
Diferentes son las formas de reaccionar ante el mismo: algunos encuentran alivio en expresar lo que sienten bajo cualquier vía, otros en sumirse en un mutismo y alejamiento de los demás; otros se mostrarán ansiosos y vertiginosos, llenándose de cosas por hacer y tareas por cumplir; y tantos más se echarán en una cama sin querer enterarse de que cada día es un nuevo comienzo y oportunidad.
Siguiendo la misma línea, me gustaría compartir el testimonio del poeta y actor argentino, Javier Lombardo, frente a su reacción ante una noticia que le cayó como un rayo: el descubrimiento de que tenía Parkinson.
Este hecho inesperado e insólito cambió mi vida para siempre. La imagen que tenía de mí mismo, se quebró en mil pedazos. Un viento huracanado me desparramó el alma. Y ya no pude juntar las piezas de mi antigua vida. El rompecabezas era otro, pero en ese momento lo ignoraba. Y fui, durante mucho tiempo, un fantasma que buscaba su viejo cuerpo, con la esperanza de volver a habitarlo. Solo cuando caí en la cuenta de que ese encastre nunca se realizaría, pude deprimirme como corresponde y abandonarme al dolor que significaba ser otro. Alguien distinto, ni mejor ni peor. Alguien que ahora estaba obligado a convivir con sus limitaciones físicas y a aceptarlas, si quería seguir transitando esta ruta de tinieblas, luces y sombras que es la vida. Lo que ni siquiera sospechaba era que esta «oportunidad inesperada», como llamo ahora a mi enfermedad, a cualquier enfermedad, me volvería un ser humano más sabio, valiente, creativo, intenso, lúcido y solidario de lo que nunca fui.Las palabras guardan información secreta. Sin hilar fino decimos: «me encuentro en un período depresivo» o de «bloqueo creativo». ¿Ves que tú mismo estás dando en la clave? Estás diciendo que te ENCUENTRAS, es decir, previo a ello estabas PERDIDO. No lo sabías, por supuesto, y gracias a esta fase depresiva o de bloqueo creativo, has podido recorrer la confusión, el desierto emocional, el oasis desprovisto de palabras. Te aislaste y te tomaste un tiempo para sentir el dolor, pintarte de negro y así VOLVER A ENCONTRARTE. Como describe Lombardo, con un NUEVO YO: ni mejor ni peor, uno nuevo, diferente, renovado y con una nueva carga vital.
Sería bueno que reflexionaras al respecto. Si detectas que estás en un período depresivo o de bloqueo creativo, y te sientes seco, deja transcurrir un tiempo. No te obligues a nada. Tampoco te esfuerces en salir cuanto antes de este episodio, porque en palabras de Jung: «Aquello a lo que te resistes, persiste». Así que déjalo ser, lo que llega a nuestra vida siempre tiene un sentido oculto para ser descubierto, pero a su tiempo, sin apuro.
¿Has pasado por momentos como estos? ¿Qué te ha funcionado hacer? ¿Te has encontrado con un aspecto de ti mismo que no conocías luego de transitar un período depresivo o de bloqueo creativo? Todo aquello que quieras compartir con nosotras, será bienvenido. Entre todos podemos enriquecernos y ayudarnos. Así que me despido, no sin antes agradecerte por leerme. :) No olvides compartir y comentar.
Esto de tener una psicóloga colaboradora es súper beneficioso para todos (incluyéndome). Como aprendices de escritor, cuando estamos atravesando por un proceso de bloqueo creativo, siempre buscamos cómo salir de este a como dé lugar y jamás pensamos en que nosotros mismos, con nuestros actos, podemos estar provocándonos este estancamiento, o que tal vez es lo que necesitamos para renovar nuestras energías y comenzar de cero con un proyecto mayor.
Todo tiene su tiempo, su momento. A veces tenemos que fluir. No siempre se escribe. Quizá necesitemos leer, documentarnos, relajarnos un poco y disfrutar el día a día, aprender nuevas técnicas o recursos literarios, o dedicarnos a la prescritura: generar ideas, crear personajes y ambientaciones; incluso retomar algo que ya teníamos escrito y corregir.
Lo importante es que comprendas que no siempre se escribe. Hay muchísimas otras tareas del oficio de escritor en las que te puedes perfeccionar. :) Y tú, ¿qué haces cuando te bloqueas?, ¿cuando las palabras simplemente no salen?
Nota: Esta colaboración fue hecha por la psicóloga Ana Claudia Martínez. La puedes conseguir