Revista Economía

La derecha de la derecha.

Publicado el 18 febrero 2018 por Torrens

Si algo ha demostrado la crisis del independentismo en Catalunya es que la catalanofobia está muy extendida en España, probablemente es mayoritaria, y su demostración con manifestaciones o medidas que ataquen y perjudiquen a Catalunya y los catalanes es altamente rentable en número de votos para los partidos que, en consecuencia, en vez de solucionar el problema lo empeoran e incentivan.

Nadie en Madrid parece tener el más mínimo interés en al menos intentar solucionar el problema de Catalunya y en cambio son muchos los que lo utilizan, empeorándolo, para sacarle máximo provecho.

Los dos partidos de derechas, PP y C’, que en realidad están a la derecha de la derecha, razón por la que en España no existe la extrema derecha, llevan años compitiendo entre ellos para demostrar más catalanofobia que cualquiera, es decir por sacar el máximo provecho a la que siempre ha sido y es la mayor fuente de votos en España: la catalanofobia.

Empezó el PP mucho antes de las firmitas contra Cataluña, pero el caso de C’ es todavía más claro porque mientras era solo Ciutadans y se limitaban a Catalunya, muchos catalanes, entre ellos yo mismo, los considerábamos una posible alternativa a la hora de votar porque lo que decían tenía sentido, pero en cuanto, después del experimento catalán, decidieron extenderse al resto de España, el muy listo de Alberto Rivera sabía que para conseguir una cifra considerable de votos tenía que actuar con la máxima catalanofobia y empezó a exigir prácticamente el fin de todo lo que ha hecho la Generalitat, desde el sistema educativo a las delegaciones mal llamadas embajadas, y curiosamente con estos argumentos han resultado el partido más votado en Catalunya el 21-D, aunque los partidos independentistas sumen muchos más votos y escaños.

¿Que a pesar de los prisioneros políticos, del 155 y de haberse inventado violencia donde no la hubo, y gracias a que los de C’ se pasan el día exigiendo más dureza al gobierno contra Catalunya, las últimas encuestas hablan de un millón de votos desplazados desde PP a C’?, ningún problema, se monta un espectacular show para cargarse el sistema educativo catalán y la inmersión lingüística, y a pesar de los gritos de Alberto Rivera denunciando que se tenía que haber hecho hace 30 años y que en el gobierno todavía nadie sabe cómo lo van a hacer, los votos empiezan a volver a su origen en el PP, y si con esto no es suficiente, a pesar de ser la más vista en Catalunya, se le da la puntilla a TV3 ya muy tocada y seguro que el PP se recupera rápidamente.

Está más que claro que gran cantidad de ciudadanos españoles, muy cercanos a la mayoría, votan en función de la catalanofobia, pasando por encima de la corrupción del PP, tanto la referida a fondos públicos como a la apropiación de la Justicia, por encima del hecho que España es junto con Grecia el único país de la U.E. que todavía no ha recuperado, ni de lejos, la tasa de paro anterior a la crisis, todo y la precariedad laboral, pasando por encima de la Ley Mordaza, de la política de acabar con las pensiones y de todas las barbaridades del gobierno Rajoy, y también por encima de que los de C’ se presentan como enemigos de la corrupción, pero en una inmensa tomadura de pelo están asociados y dan todo su apoyo a los más corruptos, no solo en Madrid, también en Andalucía, y su financiación es la menos transparente del país, y en ambos partidos muchos votantes pasan por encima de su extremo liberalismo, muy perjudicial para quien cobra un salario.

Para confirmar lo que aquí explico, que la catalanofobia es extensa y decisiva y la derecha la incentiva y le saca el máximo provecho, solo se tiene que comparar la situación actual con la actitud de gobierno y ciudadanía frente al independentismo vasco y ETA. Son muchísimo más duros y contundentes contra un movimiento pacífico y pactista que con una organización terrorista. En relación con ETA en ningún lugar de España se cantó el “A por ellos” que si se ha cantado porque los catalanes querían cometer la barbaridad de votar.


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