Los conflictos internos de Ferraz han impedido oír el ruido de sables en los salones de Génova
ace dos años en las páginas de este blog critiqué la elección de Rubalcaba como sucesor de Zapatero. A ese artículo lo titulé: "el último error de ZP". Recuerdo que no estaba de acuerdo con la sucesión de Alfredo porque su figura llevaba la impronta de los tiempos felipistas y zapateristas. El liderazgo de Rubalcaba, a pesar de estar curtido por la experiencia de un "zorro viejo" de la política, implicaba "más de lo mismo” para un electorado cansado y "desencantado" con los recortes de su "talismán", Zapatero. Si miramos a través del retrovisor de los tiempos nos daremos cuenta de que aquellas reflexiones, realizadas en el Rincón, no estaban tan mal encaminadas. Lejos de todo pronóstico, la campaña del PSOE no sirvió para enderezar el "giro a la derecha" auspiciado por José Luis. El elector económico, o dicho de otro modo, el ciudadano que orienta su voto teniendo en cuenta los costes y beneficios de su elección anterior, ponderó los pros y contras de su nueva decisión y, ante la indignación por la "derechización" de su partido, decidió "no votar" o castigar a sus siglas con el voto útil a IU, UPyD o al PP.
"Cuando no tienes trabajo y has agotado los últimos cartuchos de tus ahorros – en palabras de José, un "exsocialista" indignado – lo único que te queda para seguir adelante es la fe. En aquellos tiempos confié en las palabras de Rajoy. Nos decía que íbamos a salir de esta crisis, y le creí. Nos decía que la culpa de todo la tenía Zapatero y, el ingenuo de mí, le creí. Veía como el presidente que elegí había dicho sí a las políticas de Merkel y, por ello, decidí votar al PP. Hoy, después de lo que han visto mis ojos, tras dos años de derecha tacheriana, no volvería a cambiar mi chaqueta, ni por Rajoy ni por todos los aznares juntos. El "rodillo azul" ha dejado un panorama desolador para las clases medias de este país. Primero fue el "donde dije digo, digo Diego"; segundo "el desmantelamiento del Estado del Bienestar" y tercero "la vergüenza de la corrupción", con Bárcenas en Soto del Real y Rajoy callado como una tumba en espera de que el temporal amaine. Aún así, con todo lo mal que lo ha hecho el PP, sigo sin creer en el proyecto socialista. Por mucha Conferencia Política que haga el PSOE para conectar con los tres millones de votantes cabreados, miles de exmilitantes seguimos sin ver, en la figura de Rubalcaba, una alternativa creíble al gobierno que nos humilla".
"En los últimos años – en palabras de Alejandro, un hombre sencillo de Aranjuez – los conflictos internos en la casa de Ferraz han impedido oír el ruido de sables en los salones de Génova. Mientras Pedro J. Ramírez tambaleaba los pilares de Rajoy con su histórica portada, en la casa socialista salpicaban las gotas de los EREs andaluces, la dimisión de Griñán y el abandono de Chacón. La oposición de Rubalcaba, digan lo que digan los incondicionales del PSOE, no ha estado a la altura de las circunstancias. Ha hecho falta "determinación", o dicho más claro, un buen "dóberman político", de perfil alto, que le cantara las cuarenta a Rajoy cada vez que su ministra – Sáenz de Santamaría – sacaba la tijera y descosía los pespuntes del traje del Bienestar. En estos años, no me cansaré de repetirlo, ha hecho falta un "puño y una rosa" con pedigrí. Un partido político de corriente socialdemócrata que defendiera hasta la médula el intervencionismo estatal en los mercados, como herramienta necesaria para despertar de su agonía a las clases medias del ayer."
"El rodillo azul ha dejado un panorama desolador en la clase media de este país"
Son, precisamente, estos testimonios expuestos en los párrafos de arriba, los que invitan a la crítica intelectual a reflexionar sobre la parrilla política de este país. Si nos damos cuenta, tanto el testimonio de Alejandro como la versión de José simbolizan el sentir general reflejado mes a mes por los barómetros del CIS. Existe un hastío colectivo contra el poder. El ciudadano de a pie, o sea ustedes y yo, ha perdido la fe en sus élites elegidas. Ya no se trata de medir a "Rubalcaba con Chacón" ni a "Patxi con Susana". Ya no se trata de invitar a Garzón a los eventos del partido para recuperar los buenos tiempos de Felipe o Zapatero. Se trata de recuperar la fe en los mimbres de la democracia. Recuperar la fe en la política implica ganarse, otra vez, a la sociedad civil. Y para ello, queridos lectores y lectoras del Rincón, hace falta tiempo. Tiempo, para que cicatricen las heridas del "giro a la derecha" de ZP y tiempo, para que emerjan las heridas incipientes de Rajoy. Para que ello ocurra, es decir, para que la perspectiva temporal devuelva los alineamientos clásicos del voto y el Congreso sea un fiel reflejo de la realidad sociológica del pueblo, hace falta que los políticos reconozcan ante su espejo – la calle – su incompetencia para gobernar en tiempos de tempestades. Mientras los líderes sigan fantaseando y engañando a los ciudadanos con mensajes incumplidos, la sociedad civil continuará haciendo política desde otros canales distintos a las urnas.
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