Celia Cruz Marín es una joven de 38 años de edad. La mayor parte de su corta vida la ha pasado presa por el delito de peligrosidad. Esta sanción se aplica a aquellas personas señaladas por un policía, juez o los llamados factores (CDR,FMC,CTC,UJC) del barrio en que reside, por parecer propensa a cometer delito.
Celia vive en la Habana Vieja, en un cuartico que no tiene baño, muebles o comodidad alguna. Ella y su hijo de 12 años dormían en el piso hasta hace unos días. Gracias a Eduardo Font Echevarría amigo y hermano de la iglesia donde ellos profesan su fe religiosa, consiguieron una cama.
Ella percibe un salario de 245 pesos al mes, que no le alcanza para mantenerse. No le queda otra opción que prostituirse. Celia, irónicamente, trabaja en el instituto Provincial de la Vivienda. Tal puesto le facilita poder vivir en el edificio actual, ese que se está desmoronando en su cabeza.