Realmente nacer en España supone iniciar la vida de manera desastrosa por culpa del lugar en que nos ha tocado nacer.
En mi caso, después de una dictadura en la que los que no tuvimos graves problemas fue porque no nos metíamos en política, y aun así tuvimos algún problema porque a menudo eran inevitables, nos dijeron que con la Constitución del 78 se estableció un régimen democrático cuando en realidad se inició lo que ahora conocemos como régimen del 78 que solo es franquismo disfrazado de democracia. Los primeros años, desde Adolfo Suarez a Felipe González, aparte una desastrosa Administración y Gestión Publicas que de tan repetidas ya forman parte de las grandes peculiaridades del país, soportábamos una corrupción manifiesta pero que todavía se mantenía en cifras altas pero sostenibles, una Justicia cuya profunda podredumbre se estaba gestando y un ejército franquista, y quedó ya más que claro que el españolito de a pie es lo menos importante del país y que sea cual sea el partido que gobierna, su objetivo es siempre el mismo: que los que en realidad mandan, se vote a quien se vote, es decir bancos, grandes entidades financieras, grandes empresas de servicios y los señores importantes que dominan la economía del país continúen obteniendo sustanciales beneficios a base de esquilmar al españolito de a pie de lo que le queda después de pagar impuestos en una proporción inmensamente superior a la que pagan los señores importantes.
En 1996 Aznar llega al gobierno y se inicia la peor de todas las épocas tanto desde el punto de vista del españolito de a pie como de la corrupción política y judicial. Aznar comete dos duros ataques al ciudadano de a pie con dos decretos, en uno se persigue garantizar que el precio de la electricidad y los beneficios de las eléctricas no pararán de aumentar, y con el segundo estableció la libertad inmobiliaria que provocó la peor de las crisis posibles a partir del 2006. Zapatero impulsó el Estatut de Catalunya, pero calló y desapareció cuando Rajoy y el PP se lo cargaron, y encima ni se enteró de que estábamos en crisis económica, Rajoy se concentró no solo en proteger el negocio de los señores importantes a costa del ciudadano de a pie, además incentivó al máximo la aparición y crecimiento del independentismo catalán, y además permitió que la corrupción de su partido llegase al extremo de robar tantos fondos públicos que el país tuvo que endeudarse muy por encima de sus posibilidades, y por fin Pedro Sánchez que, con la inestimable ayuda de Podemos, aparte incumplir todas sus promesas como la de derogar la Ley Mordaza, que no solo no lo ha hecho sino que la ha extendido a Internet, con la excusa de luchar contra el coronavirus ha establecido un sistema más totalitario todavía mediante un innecesario Estado de Alarma que ha acabado siendo de Excepción, consiguió que España fuese el único país en que quien informaba sobre el virus no eran científicos sino militares uniformados, se cargó el Estado de las Autonomías y encima ha fracasado estrepitosamente en la lucha contra el virus, junto con una oposición PP, C’ y VOX que han actuado como verdaderos facinerosos y para concluir a Pedro Sánchez solo se le ocurre condicionar la prorroga el Estado de Excepción al mantenimiento de las ayudas a empresas y autónomos a pesar que de tan bajos no solo son los menos atractivos de toda Europa, además son ridículos.
No se puede negar un cierto sentido del humor al gobierno de Pedro Sánchez porque afirmar que la alternativa al Estado de Alarma es el caos y que lo hagan quienes han creado un caos considerable con el Estado de Alarma, entre muchas otras cosas prohibiendo acciones concretas al president Torra para adoptarlas ellos pasados diez días, situación absurda que ha ocurrido al menos en cinco ocasiones.
Después de este larguísimo rosario de desastres públicos, ¿a quien va a votar lo menos importante del país, el ciudadano de a pie, en las próximas elecciones? Lo haga por quien lo haga estará votando a quienes han demostrado más que sobradamente que aparte despreciarlo como lo menos importante del país, se limitan a apoyar a los señores importantes que le estafan.
Los catalanes, al igual que los vascos y quizás los gallegos tenemos una buena solución: los independentistas, porque nos permitirían salirnos de esa casa de locos en que somos los que recibimos todos los palos, mas aun por el hecho de ser catalanes que empeora en mucho la ya terrible condición de ciudadano de a pie. No quiero ni pensar en lo que habría ocurrido si al pairo del independentismo catalán hubiese aparecido una ETA que hubiese asesinado a cerca de mil españoles, porque está ya archidemostrado que al contrario que los vascos los catalanes somos profundamente odiados por el resto de España por el mero hecho de serlo.
Curiosamente, a pesar de la continuamente desastrosa gestión de la lucha contra el COVID-19 todos los grandes representantes de la pocilga mediática y política están de acuerdo en considerar como una heroicidad una de las mayores estupideces cometidas cuando Salvador Illa, el ministro de Sanidad contesto a un periodista holandés cuya pregunta había sido de lo más normal con un sonoro rebuzno diciendo que los españoles no aceptamos lecciones de nadie. Al día siguiente Pablo Echenique de Podemos no solo defendió el rebuzno de Illa, sino que añadió que Holanda nos roba 10.000 millones anuales por vía fiscal. Aparte que esta no es la forma de salvar la dura crítica cargadísima de razón de los países ricos de la UE a la despilfarradora España, que yo sepa ni el Sr. Echenique ni ningún político español criticó jamás al mayor ladrón de impuestos europeos de todos los tiempos, cuando era primer ministro de Luxemburgo: Jean Claude Juncker, y es también curioso que en Madrid todos aplaudan a quien dice Holanda nos roba, aunque sea hinchando considerablemente las cifras, pero se escandalizan hasta el extremo de justificar que se mande a la cárcel a quien no ha cometido delito alguno, cuando en Catalunya alguien dice España nos roba aunque se mencione una cifra exacta en importe y concepto.
¿Cómo puede ser que haya quien no entienda todavía que somos muchos los catalanes que queremos la independencia, pero en ningún caso por nacionalismo, sino por la más que justificada razón de querer perder de vista a España y poder observar sus barbaridades y el trato al ciudadano de a pie desde el otro lado de la frontera?.
Por cierto, el independentismo catalán también ha recibido una gran demostración de lo que ocurre cuando un país se independiza de la jaula de locos española cuando Portugal ha dado una gran lección a Madrid sobre como hacen las cosas los países serios y civilizados, tanto en su gobierno como su oposición.
Cuando ya había concluido esta nota he escuchado parte del discurso que Pedro Sánchez ha pronunciado en el Parlamento hoy 6 de mayo 2020, con motivo de la prolongación del Estado de Alarma, y he cambiado de opinión sobre él porque finalmente he comprendido su problema. Hasta ahora le llamaba Pedro el Mentiras, pero ya no, porque he comprendido que el problema es solo que Pedro Sánchez habla para que le entiendan los habitantes de un planeta de la galaxia Abell 1835 de la constelación de Virgo que parece ser la galaxia más alejada de la tierra a más de 13.000 millones de años luz, porque es imposible que él mismo se crea todo lo que dice y es del todo impensable que esté convencido de que somos tan sumamente cretinos como para creernos lo que pretende que nos traguemos.