Revista Filosofía
Crítica al libro "Deshumanización del arte" de José Ortega y Gasset
Lo que yo creo es que Ortega y Gasset está haciendo una mala interpretación del arte nuevo, considerando que es una manifestación antimoderna, opuesta a toda la tradición anterior, y por lo tanto un arte viril y propio de una posmodernidad.
Lo que ponemos a discusión es lo siguiente: el arte nuevo es producto del desarrollo hipermoderno. Que pone en juego las posibilidades últimas y esenciales de toda la cultura anterior, y es el último bastión de la sensibilidad femenina y arcaica.
Lo que vislumbramos en el libro “La Deshumanización del Arte” es un intento por hacer del tema estético lo mismo que se hizo con la filosofía. Las nuevas posturas filosóficas que aparecieron en el siglo XX fueron interpretadas como oposiciones a la modernidad. O en esencia, al platonismo. Esto es plausible porque idealmente puedes considerar un modo distinto de pensar, pero en el plano sensible, de la praxis, de la voluntad no puedes ser antimoderno en tanto no ejecutes en todas sus líneas un modo de vida verdaderamente distinto de la modernidad. Por el hecho que en el siglo XX apareció nuevos aparatos de la tecnología, más sofisticados, que modelan la vida de una manera más “intelectual” no quiere decir que este nuevo modo de hacer tecnología sea opuesta a los presupuestos de la ontología moderna y de la metafísica platónica. Es más, la tecnología de ahora, es el ultra producto de la tecnología ideada en el siglo XVI. Lo mismo pienso del arte nuevo, es el ultra producto de la sensibilidad estética del siglo XVI. Esta sensibilidad tiende a deshumanizar el arte, porque precisamente forma parte de la metafísica moderna que tiene como supuesto que la esencia del hombre es el alma, de ahí que todo lo intelectual sea visto con buenos ojos, olvidándose del cuerpo. Lo que intenta hacer Ortega es algo contraproducente, pues con su análisis demuestra más bien lo cercano que está la sensibilidad del arte nuevo con los presupuestos de la modernidad.
La esencia de la metafísica moderna es deshumanizar al hombre. Hablando el lenguaje de Marx, “enajenar al hombre”. Por ello decimos que lo que intentó Ortega y Gasset es contraproducente porque gracias a su libro podemos ver claramente qué tan moderno es el arte antimoderno.
Esto lo vemos por el hecho de que este arte es “intelectual”. Lo intelectual, por más que lo ocultemos, son remembranzas de un modo de pensar caduco. La idea de que el intelecto es la solución a nuestra manera de vivir, por ello hay que desarrollar esa facultad olvidándonos de la parte corporal, hay que ser calculadores, matemáticos, tecnológicos, alejados de todo manifestación instintiva. Esta idea es moderna.
La idea de salirnos de la realidad, escapar de ella. En esto nos puede ayudar Freud, cuando dice que este salirse del mundo muestra la sublimación de los instintos reprimidos. El no poder hacer, lleva definitivamente a la represión, y esta nos conduce a darle la espalda a la realidad, escapar de ella. Pero, bueno, esto solo es una argucia mía por desacreditar de un modo el arte nuevo, pero no quiere decir que sea incierto. Más bien, supongamos, que el salir del mundo no sea por escapar de mi malestar represivo, sino por otros motivos, tal vez loables. En este sentido, diríamos que el mundo ya nos aburrió, que ya se ha hecho de todo y probado de todo, este sentirse hastiado, es una característica del sentir del hombre moderno, y el arte tendría que venir aquí a funcionar como un sistema de anulación del aburrimiento. Si es así, el juego como lo quiere Ortega del arte sería el mismo juego o proliferación de juegos de mesa o videojuegos que se han creado en estos tiempos como mecanismos de abolición del aburrimiento. Según ello, este arte no se comportaría de otro modo que como un videojuego infantil en que lo que importa no es alegrarte o hacerte reír, sino sacarte del mundo aburrido del mundo moderno. El video juego no es más que el producto ultramoderno, así también el arte nuevo.Si esto es así, no sería el sentir verdaderamente viril el que se pone en juego en estos nuevos juegos artísticos, sino un sentir refinadamente femenino, ya casi asexual, sin cuerpo, que nos empuja a escapar de la guerra antes que enfrentarla. El hombre desea la guerra, la acción, el enfrentarse a la vida, a los problemas, un Agamenón, un Pachacutec, no un Debussy o Pirandello escondido en su mundo. Crítica al libro "Deshumanización del arte" de José Ortega y Gasset
Lo que yo creo es que Ortega y Gasset está haciendo una mala interpretación del arte nuevo, considerando que es una manifestación antimoderna, opuesta a toda la tradición anterior, y por lo tanto un arte viril y propio de una posmodernidad.
Lo que ponemos a discusión es lo siguiente: el arte nuevo es producto del desarrollo hipermoderno. Que pone en juego las posibilidades últimas y esenciales de toda la cultura anterior, y es el último bastión de la sensibilidad femenina y arcaica.
Lo que vislumbramos en el libro “La Deshumanización del Arte” es un intento por hacer del tema estético lo mismo que se hizo con la filosofía. Las nuevas posturas filosóficas que aparecieron en el siglo XX fueron interpretadas como oposiciones a la modernidad. O en esencia, al platonismo. Esto es plausible porque idealmente puedes considerar un modo distinto de pensar, pero en el plano sensible, de la praxis, de la voluntad no puedes ser antimoderno en tanto no ejecutes en todas sus líneas un modo de vida verdaderamente distinto de la modernidad. Por el hecho que en el siglo XX apareció nuevos aparatos de la tecnología, más sofisticados, que modelan la vida de una manera más “intelectual” no quiere decir que este nuevo modo de hacer tecnología sea opuesta a los presupuestos de la ontología moderna y de la metafísica platónica. Es más, la tecnología de ahora, es el ultra producto de la tecnología ideada en el siglo XVI. Lo mismo pienso del arte nuevo, es el ultra producto de la sensibilidad estética del siglo XVI. Esta sensibilidad tiende a deshumanizar el arte, porque precisamente forma parte de la metafísica moderna que tiene como supuesto que la esencia del hombre es el alma, de ahí que todo lo intelectual sea visto con buenos ojos, olvidándose del cuerpo. Lo que intenta hacer Ortega es algo contraproducente, pues con su análisis demuestra más bien lo cercano que está la sensibilidad del arte nuevo con los presupuestos de la modernidad.
La esencia de la metafísica moderna es deshumanizar al hombre. Hablando el lenguaje de Marx, “enajenar al hombre”. Por ello decimos que lo que intentó Ortega y Gasset es contraproducente porque gracias a su libro podemos ver claramente qué tan moderno es el arte antimoderno.
Esto lo vemos por el hecho de que este arte es “intelectual”. Lo intelectual, por más que lo ocultemos, son remembranzas de un modo de pensar caduco. La idea de que el intelecto es la solución a nuestra manera de vivir, por ello hay que desarrollar esa facultad olvidándonos de la parte corporal, hay que ser calculadores, matemáticos, tecnológicos, alejados de todo manifestación instintiva. Esta idea es moderna.
La idea de salirnos de la realidad, escapar de ella. En esto nos puede ayudar Freud, cuando dice que este salirse del mundo muestra la sublimación de los instintos reprimidos. El no poder hacer, lleva definitivamente a la represión, y esta nos conduce a darle la espalda a la realidad, escapar de ella. Pero, bueno, esto solo es una argucia mía por desacreditar de un modo el arte nuevo, pero no quiere decir que sea incierto. Más bien, supongamos, que el salir del mundo no sea por escapar de mi malestar represivo, sino por otros motivos, tal vez loables. En este sentido, diríamos que el mundo ya nos aburrió, que ya se ha hecho de todo y probado de todo, este sentirse hastiado, es una característica del sentir del hombre moderno, y el arte tendría que venir aquí a funcionar como un sistema de anulación del aburrimiento. Si es así, el juego como lo quiere Ortega del arte sería el mismo juego o proliferación de juegos de mesa o videojuegos que se han creado en estos tiempos como mecanismos de abolición del aburrimiento. Según ello, este arte no se comportaría de otro modo que como un videojuego infantil en que lo que importa no es alegrarte o hacerte reír, sino sacarte del mundo aburrido del mundo moderno. El video juego no es más que el producto ultramoderno, así también el arte nuevo.Si esto es así, no sería el sentir verdaderamente viril el que se pone en juego en estos nuevos juegos artísticos, sino un sentir refinadamente femenino, ya casi asexual, sin cuerpo, que nos empuja a escapar de la guerra antes que enfrentarla. El hombre desea la guerra, la acción, el enfrentarse a la vida, a los problemas, un Agamenón, un Pachacutec, no un Debussy o Pirandello escondido en su mundo.