La despedida.

Quizá esta sea la última carta que vayas a leer sobre mí. He pensado mucho sobre esto y creo que puede ser lo mejor para ti.
A estas alturas me doy cuenta que no podré ser la persona ideal para ti, no soy capaz de volver a hacerte feliz ni mucho menos de hacer que tu amor no se apague.
Las cosas no resultaron como pensamos, pero pienso que ambos pudimos sacar provecho de lo que vivimos. Espero que puedas seguir adelante y que si en algún momento del futuro nos podamos volver a encontrar, quiero que sepas que voy a estar esperándote.

Reconozco que huir no es la solución correcta, pero posiblemente sea la más acertada para esta situación. De igual manera guardaré cada recuerdo de nosotros en mi corazón y me convertiré en la persona que sea capaz de estar contigo.

Perdóname por hacerte tanto daño, por tantas lágrimas que derramaste, por todas las cosas malas que pasaste y por no ser lo suficientemente bueno para ti. Mereces a alguien que te ame a cada instante, que siempre esté contigo en las buenas tanto en las malas. Alguien con el que puedas establecer un mejor futuro de lo que habías planeado conmigo. Tú mereces a alguien que pueda salir contigo y que te haga realmente feliz.

En este momento solo puedo darte las gracias por todo lo que pasamos, lamento romper la promesa que hicimos, pero ahora no puedo hacerla realidad.
Sé que estoy siendo un cobarde y no sigo contigo para poder superar este muro que se interpone, pero sé que si no estoy allí, ese muro se desvanecerá de tu camino.

Sigue siendo esa mujer alegre que conocí y muestra al mundo que para ti no hay nada imposible.

Atentamente

Marcus