Revista Cómics

La desvirtuación del amor

Por Mugen

Hablar de amor nunca es fácil, ni en libros, ni en películas y, por supuesto, tampoco lo es en videojuegos. Japón y los occidentales tenemos, cada uno, nuestra tímida y rara forma de plasmarlo en nuestro glorioso medio interactivo. 

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Pero en videojuegos lo es todavía un poco más difícil. En un medio que no parece ser capaz de que su audiencia entienda qué título le tiene como target, en un tipo de ocio donde el sexo, incluso velado, es tabú resulta mucho más complicado plantear una interesante historia romántica. Quizás no interese, quizás debamos quedarnos siempre con una profundidad romántica, áspera, seca y extraña como la de Mario con Peach, con la de Shepard y su harén de guarrillas o con la de los juegos hentai (a los que todos jugamos con la trama). A lo más profundo que he jugado, a lo que a relaciones se refiere, es a Persona 4, donde ligaba porque eso hacía que luego mis personas estuvieran más fuerte… ¡¡Usaba a las mujeres como objetos!! Y Ally McBeal ya no enseño que eso es mal.

Parece que el único tipo de sentimiento afectivo que se consigue plasmar bien, de manera rápida y fácil es aquel que llega del binomio princesa a rescatar-príncipe salvador (ahora, con eróticos resultados tras el rescate), porque se instala bien y rápido en cualquier historia, porque el público de un videojuego es eminentemente masculino, porque te propone una meta con la que construir la aventura, etc, etc. También porque es la común usada por los japos en sus títulos.

Estas princesas a rescatar y que amar según el canon oriental ha llegado a su máximo exponente con Kingdom Hearts. En el mejor título de Nomura, se plantea una historia de cuento donde los mundos se separan y Sora tiene que reecontrarse con Kairi, que la pobre anda perdida por ahí [SPOILER BEGINS], al final consigue dar con su amada pero sus mundos no se juntan y la búsqueda vuelve a comenzar. Un momento emotivo y mágico [SPOILER ENDS] que se destruye con las segunda entrega del título donde se presupone una continuación de esa búsqueda, de ese amor ¿Ya no te importa Kairi tanto como antes? ¿A ti, Kairi, Sora ya te da más regular? La cosa es que  el camino a seguir previo a cuando príncipe y princesa se encuentran está muy bien trazado ¿pero y después?

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Nunca había visto a Rikku tan gay. Kairi parece más machote que él en esta ilustración

En FFVII, la relación de Cloud con Aerith y Tifa es realmente rara, no por ello menos interesante. Trata a Aerith con la dulzura que se le da a una madre, mientras que Tifa es el amor juvenil y adolescente. El planteamiento es bueno ¿pero qué hay después de todo el rollo que se montan entre los tres? En la película que continúa la historia no hay nada, no se consigue avanzar. Aunque es peor si hablamos de precuelas. En el Crisis Core de PSP dan absoluta vergüenza los textos que Aerith ha de soltarle a un entusiasmado Zack, le cambian la personalidad a la florista para que encaje en la historia. Está claro que los japoneses no saben qué hacer una vez que han salvado a la princesa. 

Da la impresión de que de oriente nos llega el sentimiento de que el amor es una eterna búsqueda que no conduce a nada, pensad en Shadow of the Colossus, un constante “nuestra princesa está en otro castillo” ¿es eso amor? Por algo son el país con la pornografía más extraña del mundo.

Por su parte, en los título occidentales más populares, el amor es una cosa superficial, vamos directamente a lo que vamos. Shepard va en busca de su pinchito, como en otros tantos títulos de la compañía. En Skyrim el amor se llama amuleto de Mara, en Heavy Rain se echa un polvete por hacer un poco de momento cine, pero nada más.

¿Pero qué ocurre entre medias? Los japoneses tratan el amor como una meta, planteándote el camino hacia ella de un modo muy currado. Los occidentales pasan de todo y directamente te llevan al momento empújamelo-todo-pa-dentro. Sin embargo, si en lugar de buscar amor romántico nos fijamos en los títulos de occidente que buscan amor filial asexual, aquellos que nos quieren hacer sentir como padres, madres, protectores, hermanos, títulos que nos emborrachan de sensaciones poderosas sin opción a coito como The Walking Dead o Bioshock, los tenemos a patadas. Qué curioso, nos dan juegos donde podemos follar y otros donde ya somos padres. Oriente y occidente desvirtúan el amor en sus videojuegos, cada uno a su modo.


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