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La deuda con Heinlein

Publicado el 06 mayo 2015 por Iván Rodrigo Mendizábal @ivrodrigom
Robert A. Heinlein, L. Sprague de Camp e Isaac Asimov, en Philadelphia Navy Yard, 1944.

Robert A. Heinlein, L. Sprague de Camp e Isaac Asimov, en Philadelphia Navy Yard, 1944.

Por Leonardo Wild

(Publicada en Revista CULTURAL #244, Quito, el 18 de junio de 1994,  pp. 7 / Reimpresión: Finis Terrae #13, Setiembre-Octubre 2000, pp. 4, Santiago de Compostela, España.)

Leonardo Wild. Escritor ecuatoriano-norteamericano. Estudió en Lord Fairfax y Nova College, Virginia. Escribe ciencia ficción desde 1996. La primera fue escrita en alemán, Unemotion (1996) la cual fue recientemente publicada en español bajo el título de Yo artificial (2014). Entre sus obras se tiene: Oro en la selva (1996); el ensayo: Ecología al rojo vivo (1997); Orquídea negra o el factor vida (1999) y Cotopaxi, alerta roja (2006), entre otras.

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La razón por la cual la ciencia ficción es considerada como una literatura barata, de escape, se debe a su historia. ¿Qué dirían ustedes si conocen a alguien que ha pasado más de cuarenta años en una cárcel? Algo similar sucedió con la ciencia ficción.

Las revistas «pulp»

A pesar de que la Era de la Ciencia Ficción comenzó en 1926, cuando Hugo Gernsback sacó la primera revista en el mundo dedicada por entero a la ciencia ficción: Amazing Stories, antes se publicaban ya relatos en las revistas juveniles conocidas como «pulp». Los cuentos estaban impresos en pulpa de papel y generalmente carecían de una mayor calidad, literariamente hablando.

La ciencia ficción aparecía con regularidad en estas revistas. Por lo tanto, debido al ambiente que la rodeaba (cuentos de horror, de fantasía, de detectives y de misterio), fue considerada como otro ejemplo de literatura barata. Así fue como el estigma se adherió con tenacidad a la ciencia ficción amenazando con no querer soltarla jamás.

Aparece Heinlein

Robert Anson Heinlein, nacido el 7 de Julio de 1907, en Butler, Missouri, cursó estudios en el colegio central de Kansas City. Siguiendo los pasos de su hermano mayor, ingresó en 1925 —gracias a una recomendación del Senador James Reed— a la Academia Naval.

Luego de su graduación en 1929 se embarcó en el naviero Lexington, y luego fue transferido al destructor Roper. El oficio, sin embargo, fue demasiado para él, pues sufría de mareos constantes debido el movimiento del barco. Cayó con tuberculosis y la marina al final lo retiró del servicio activo.

A los veintisiete años de edad se encontró de forma permanente en tierra y con una pensión mínima. Intentó trabajar en minería de plata, vendiendo bienes raíces; quiso seguir sus estudios avanzados de ingeniería y hasta probó ingresar en política.

Pero su suerte estaba echada cuando encontró un anuncio en la revista Thrilling Wonder Stories sobre un concurso de ciencia ficción. Se sentó y escribió Life-Line. Consideró, sin embargo, que el cuento era demasiado bueno para Thrilling, así que lo mandó a Astounding Science Fiction, ¡y lo vendió!

Heinlein y la Era Campbell

Se conoce como “Era Campbell” al período que va desde 1936 a 1945. Nacido en New Jersey en 1910, John Campbell Jr., luego de conseguir el nombre de gran escritor de ciencia ficción, acabó de director de la revista Astounding Stories, una de las competidoras de Amazing, que para entonces estaba decayendo.

John Campbell comenzó a escoger a los mejores escritores del género. Entre “la crema de la ciencia ficción” estaban Isaac Asimov, L. Sprague de Camp y el mismo Campbell (bajo varios seudónimos). Luego de que aceptase Life-Line de Heinlein en 1939, lo hizo su autor estrella.

Mas Heinlein, que desde el primer momento había escrito por dinero, no estaba contento con mantenerse en el nivel de las revistas «pulp». Esto le llevó a intentar vender en las revistas «slick», que pagaban mejor.

Ingresando al mundo «slick»

Las revistas literarias eran conocidas como las «slick» debido a su papel brillante y mejor calidad. La primera novela seriada que Heinlein vendió al Saturday Evening Post, fue Las verdes montañas de la Tierra (1946). Por ello se le considera como el autor que permitió a la ciencia ficción ser parte de la “buena” literatura.

Además del primer nombramiento como Gran Maestro de la Ciencia Ficción, Heinlein ganó un total de cuatro Hugos con sus novelas.

Extraño en un mundo extraño (1961) —la más famosa— demuestra la variedad de temas que pueden ser abordados por la ciencia ficción: un niño criado por marcianos regresa a la tierra ya adulto; en el proceso de re-adaptación cuestiona las más elementales costumbres y creencias de la sociedad humana, incluyendo a Dios. Amos de títeres (1951), sobre una invasión extraterrestre, y Puerta al verano (1957), sobre un mundo altamente automatizado, se consideran entre las mejores novelas del género. Pero tal vez lo que más resalta de la obra de Heinlein es una presentación realista de la vida humana en colonias espaciales.

Por eso la deuda que la ciencia ficción tiene con él va más allá que un haber sido sacada de la cárcel «pulp». Es una deuda ideológica que nunca podrá ser olvidada. Yo, al menos, no lo olvidaré.


Archivado en: Ensayo, Estudios literarios, Opinión Tagged: Hugo Gernsback, Isaac Asimov, John Campbell Jr., Lyon Sprague de Camp, Revistas pulp, Robert Heinlein
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