La deuda pública es, junto con el divorcio entre políticos y ciudadanos, el peor drama de la Unión Europea. Muchos países están tan endeudados que no tienen futuro y están en ruina técnica, aunque nadie lo reconozca. En el caso de España, un país que bajo el gobierno de Rajoy ha disparado su deuda de manera irrefrenable, mas incluso que en la etapa de Zapatero, los expertos opinan que al menos las próximas tres generaciones de ciudadanos vivirán atenazados y dañados por las obligaciones derivadas de esa terrible carga. La deuda tiene que ser reestructurada, aunque Alemania se oponga. ---
La deuda pública es un problema de enormes dimensiones que puede llevar a la ruina al conjunto de la Unión Europea. En algunos países, entre los que figuna España, esa deuda pesa como una losa de plomo sobre la economía, impidiendo el crecimiento e hipotecando el futuro. Tienen razón los griegos de Syriza al exigir que la deuda publica sea reestructurada. El problema de la deuda ya es un drama del que nadie quiere hablar, que hará necesario que se cambien las leyes, se ponga tope al endeudamiento y se castigue en el futuro al que pida dinero desde el poder, como hacen hoy muchos gobiernos, para despilfarrar y costear privilegios y lujos indecentes.
Las elecciones griegas siguen sacudiendo las cancillerías europeas. En el centro del debate se ha situado la pretensión de Syriza de convocar una Conferencia destinada a reestructurar la deuda pública de su país, equivalente al 175% del PIB. La idea había sido ignorada hasta ahora por la Unión Europea (UE), pero por primera algunos países ven con buenos ojos la idea y hasta un alto cargo de la zona euro, el ministro de Economía de Irlanda, ha dado por buena la fórmula del encuentro multilateral para aligerar la carga financiera de los países con más dificultades.
Michael Noonan se ha mostrado partidario de la convocatoria de esa Conferencia, según publicó Irish Times, pero lo más relevante es que el político irlandés mete en el mismo saco el endeudamiento de otros países periféricos, como España (97% del PIB) y Portugal (129%). El objetivo, según Noonan, es la aprobación de un “nuevo enfoque” a la hora de abordar los problemas de endeudamiento público que lastran el crecimiento.
Irlanda, con una deuda pública equivalente al 124% del PIB, toca, de esta manera, un tema tabú en la Eurozona: la posibilidad de que los acreedores tengan que soportar los costes de una reestructuración. Y lo que no es menos importante, concede legitimidad a la estrategia de Syriza, que ha planteado la convocatoria de una Conferencia similar a la que se celebró en Londres en 1953, y que supuso una quita de las deudas contraídas por Alemania a consecuencia de las dos guerras mundiales frente a los vencedores (25 países incluida la propia Grecia).
La realidad europea demanda una nueva conferencia de Londres, esta vez para aliviar la carga de países cuya deuda les asfixia y paraliza. Los hoy arrogantes alemanes, que fueron los grandes beneficiados de la conferencia londinense de 1953, tienen que ser generosos y recordar que ellos también estuvieron en la ruina.
Sin embargo, para frenar el ansia depredadora de dinero que tienen muchos políticos irresponsables, cualquier cambio en el tratamiento de la deuda debe llegar acompañado de penas y castigos para gobiernos que, como ocurre con el de España y con algunos otros, han pedido dinero sin freno a los mercados para financiar privilegios, sin que se dinero haya servido para eliminar los recortes en servicios y derechos que siguen atribulando a las poblaciones.