Revista Cultura y Ocio

La dictadura del hueco

Por Calvodemora

La dictadura del hueco
Hay palabras que contagian en el momento de escucharlas un amor sincero y puro al lenguaje. No hace falta que uno sea un filólogo: basta que el sonido penetre y se produzca ese prodigio que consiste en el matrimonio absoluto entre el símbolo y lo simbolizado. Una de esas palabras es "letraherido" .Proviene del francés y luego fue el catalán el que la difundió hasta el volcado al castellano. El lettreferit es un obseso de las letras, un amante empedernido de la palabra escrita. Tengo un par de amigos letraheridos y un montón que no lo son en absoluto. En el término medio, en la bondad de la mesura, está el lector que no padece herida alguna y lee sin que eso malogre ninguna otra actividad que le concierna o que le arrime un placer que, caso contrario, no disfrutaría o vería francamente mermado. Leer como quien pasea o sale de terrazas o ve películas de la RKO o se cepilla los dientes tras al almuerzo o se asoma a la ventana y ve pasar coches antes de irse a la cama. Cosas de todos los días. Quizá bastara eso. Que leer fuese algo incorporado a lo diario, sin más alharaca. En lo que me concierne, leo a bocados, de manera convulsa a veces. Otras, las menos, leo cuando encuentro el hueco. Es el hueco el que organiza las lecturas . Tendríamos que rebelarnos contra la dictadura del hueco, pero no hay manera. A ver si leo algo que me ilustre. De entrada, nada más comenzar mis vacaciones, me he tirado a los clásicos. Estoy con El corazón de las tinieblas, con Conrad. Y ya estoy viendo al coronel Kurtz al final del Mekong, pero eso es una contaminación cinematográfica. Que lean mucho. Que encuentren el hueco.

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