Revista Cine

La dictadura perfecta / Luis Estrada

Publicado el 20 octubre 2014 por Gonzalolara

Luis Estrada agrega una más a su lista de películas contundentes, polémicas y críticas de la podredumbre sistémica. Los partidos políticos funcionan como empresas de colocación; la mafia está en las curules, en la tele, en los contratos, en las calles, en todos lados, de cuello blanco y de bota piteada, a todo se adapta. En La Dictadura perfecta vemos una recreación que, todos sabemos, está muy cercana a la realidad, del engendro de un personaje. La televisora más poderosa de este país, como la academia de la lengua española, limpia, fija y da esplendor, no a la lengua, sino a un títere que pone la cara, se gana a la gente vacua, igual que él, y por la espalda les abre la puerta de los recursos de la nación a todos sus compadres, nacionales y extranjeros.

Como en la Ley de Herodes o el Infierno, la trama se basa en la sátira y la comedia. Los guiños, las alusiones, arrancan risas entre el público, porque hay una identificación con la realidad. Una escena de dinero y ligas vista desde una cámara de vigilancia y la gente ríe. Una escena de vote por quién cree usted que es el culpable y la gente ríe. Son como memes, son parte de los referentes colectivos de los mexicanos de hoy. Todos sabemos a qué se alude. Es el propósito, lo ha dicho el director y escritor, fomentar conciencia entre los mexicanos presentándoles la realidad dramatizada y barnizada de comedia, pero al fin, no en el fondo, apenas debajo de una delgada capa de actuación, es el día a día de este país. Mientras lo ves en la pantalla, está pasando, están matando, secuestrando, violando, metiendo dinero en maletas, firmando contratos millonarios y saqueando lo que se pueda.

Este es el punto en el que muchos nos quedamos flotando en un silencio en el que todo se detiene y nos preguntamos: ¿por qué no me río? Los demás rompen en carcajadas, manotean de risa y uno sí entiende el chiste, pero no puede reír. Lo que estamos viendo es demasiado fuerte (aun capeado de comedia), real, crudo, frustrante. Vemos un funcionario de televisa tratando con desparpajo y prepotencia a un presidente pelele. Confirma lo que sabemos; y es chistoso cómo lo zarandea, la gente ríe, pero muchos no podemos.

El mismo Estrada ha declarado en entrevistas que sabe muy bien que una película no va a cambiar nada, no va a generar una movilización masiva, no, nada, como siempre, todo queda igual, no trastoca nada. En esta ocasión, como en otras, Televisa se montó, dijo que apoyaba y a la mera hora se echó para atrás. Ahora Estrada está bien endeudado. Apoye o no apoye, la gran mayoría de la gente no va a dejar de ver y consumir Televisa. Aunque la empresa patrocine una película que la critique y exhiba cómo lleva décadas operando en este país, eso no le hace ni cosquillas. Está muy inserta en los hábitos de millones de personas fieles a su programación, a sus noticieros, a sus programas sensibleros, de presunta comedia y a todo lo que le venga en gana poner al aire.

Una frase gastada para referirse a una peli es: “está buena”. Algunos dirán que aplica para ésta. A mí me parece que es un recordatorio más de la pesadilla en la que estamos metidos como sociedad y como individuos. No es ni sano ni normal vivir entre balaceras, atracos y secuestros. Gobernados por grupos autoreciclados, coludidos con la mafia, tapándose unos a otros, con empresas enjuiciadas en otros países y sobre todo con una inagotable hambre del poder por el poder.

El chiste está muy cerca de la realidad como para reírse.


 


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