Revista Comunicación

La dieta

Publicado el 18 febrero 2016 por Lya
Sí, estoy a dieta. No para adelgazar ni nada de eso, no. Es dieta por el colesterol. Es el puto infierno.
Lo mío con el colesterol malo viene de lejos provocado por herencia familiar. Porque ni mucho menos como, o comía, tanto ni tan mal como para tener esos niveles. Pero a mi madre le pasa lo mismo, por lo que los médicos han deducido que somos así de especialitas. Ergo, lo que venía siendo comer normal se ha transformado en una pena mora aderezada con acelgas y berenjenas. Al vapor. A la nada.
No es que me lo esté tomando muy, muy, muy a la tremenda. No. Hago mis excepciones porque si no, qué sentido tiene todo. El problema es que al final es peor. Por ejemplo, el otro día estuve de cumpleaños y había foie. Y farinato. Y gambones en tempura. Y muchas cosas ricas. Y comí de todo. Y desde entonces, vivo sin vivir en mí. Porque quiero MÁS. QUIERO MI DROGA. QUIERO TRIGLICÉRIDOS REBOZADOS Y UNTADOS CON MAYONESA, COÑO.
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Pero no vayáis a pensar por este síndrome de abstinencia que lo llevo mal. No, no. Estoy así, contenta y tal. Procuro pasar deprisa por la zona de los chorizos y demás delicias en el supermercado y ya casi lo tengo controlado. Que yo controlo, en serio. Sí, sí. Lo peor es que la médico me dijo que hiciera deporte, pero, a ver, cómo y cuándo. Y con qué ganas. Como mucho los findes un buen paseo. Si no llueve/nieva/graniza/hace un viento del copón y demás fenómenos atmosféricos de las últimas semanas. Así que como el deporte no puede ser, o no tanto como debería, debo esforzarme más en el tema de las viandas. En no comerlas, básicamente. Y qué queréis... la vida es una mierda.
Pero una mierda muy gorda. ¿Tenéis chorizo? ¿Me dais? Un poco sólo, no se entera nadie...

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