Ayer pude comprobar en primera persona todo aquello que vengo leyendo desde que empecé a correr.
Siempre se comenta que es importante alimentarse y descansar bien, he leído sobre dietas para el corredor, suplementación o programación nutricional. No es que yo vaya por la vida ignorando los consejos y experiencias ajenas, es que soy animal-humana y la cabra tira al monte.
Durante las últimas 3 semanas me he relajado. Me he relajado demasiado. He comido lo que me ha apetecido sin tener en cuenta lo que había comido en días anteriores. Soy muy y es algo que siempre digo, pero ser antidieta no implica dejar de controlar lo que vas comiendo.
Esa relajación, me ha llevado al descontrol. Yo soy así, lo tengo asumido y debo obrar en consecuencia. Si me salto el plan, se me va de las manos. Necesito planificar mis comidas y no dejarme llevar por la euforia social que me rodea.
Ayer salí a correr y lo viví como mi primer día . Sentía que pesaba 10 kilos más, que me sobraba carne por todos lados y que no podía respirar. No llegué a los 4 kilómetros. Impresionante. Es verdad que ayer hizo bastante calor, pero he salido en días más calurosos y los he superado con éxito.
¿Qué aprendí ayer? Que si tienes un objetivo, es importante que no lo apartes de tu vista. Respétalo y sigue paso a paso el camino que te has fijado. Podrás sentarte, tomar un desvío o retroceder, pero si te has comprometido cumple con ello.
No sólo se trata de correr más kilómetros o ser más rápida. Se trata de mi salud, de mi cuerpo y de mi vida. La decisión ya estaba tomada, sólo es cuestión de continuar el camino trazado.