Revista Opinión

La diferencia entre Greta Thunberg y Juana de Arco

Publicado el 12 diciembre 2019 por Carlosgu82

Antes de nada, diré que nada tengo contra Greta Zumbada, como la llamamos a veces en España; me parece una víctima de sus padres a los que espero un día lleve a juicio. Espero también que mientras esta joven pueda volver a estar escolarizada y su Asperger y mutismo selectivo, tratados como necesita. Larga vida y prosperidad a esta activista y mis mejores esperanzas de que no sea juguete roto y hecho añicos.

El caso es que la explotación comercial y política de esta chica sueca, Greta Thunberg, me viene bien para contrastarla con una heroína histórica de verdad, Juana de Arco. Esto servirá para exponer un desatino generalizado de las nuevas generaciones. La excusa es que Margaret Atwood, escritora feminista culpable de «El cuento de la doncella», la ha comparado con la heroína guerrera, argumentando que Greta es «La Juana de Arco del Medio Ambiente.»

Juana de Arco fue una chica francesa, hija de campesinos, que también tenía problemas mentales. En su caso, esquizofrenia, ya que escuchaba voces desde los 13 años. En la Edad Moderna no había psiquiatras ni fármacos; por lo que es comprensible que lidiara con sus alucinaciones tomándolas como reales, y atribuyéndolas a santas de moda entonces. Las voces le dijeron que tomara partido en la Guerra de los Cien Años, nada menos; para ayudar a la facción del rey francés.

De hecho, le siguieron la corriente tanto como a Greta hoy, hasta el punto de que la doncella de Orleans se puso al frente del ejército real. Su participación y, sobre todo, su carácter de musa militar para los franceses, ayudó mucho a la causa militar y política del reino.

Juana de Arco reclamó deberes de caballero, y le fueron concedidos; se mantuvo leal a sus alucinaciones hasta el final (lo cuál le costó su martirio, al negarse finalmente a retractarse definitivamente de sus supuestas apariciones). Es decir, Juana de Arco recibió el trato de un varón y además un varón líder militar; no sólo en términos de obediencia y honores, sino también la parte mala, el riesgo de ser caudillo guerrero. Por eso fue quemada en la hoguera, como los caballeros templarios.

En cambio, esto no es lo que pasa con Greta Thunberg: A Greta se le escucha como una líder en cumbres mundiales, y se espera de todo el mundo que se la tome en serio, tan en serio como a los expertos o los representantes políticos. Sin embargo, al dejar el micrófono se nos obliga en cambio a tratarla como a una pobre niña pequeña, con problemas mentales. Es decir: tiene la visibilidad, el crédito y el tratamiento de una líder mundial, pero sin llevar de forma pareja las responsabilidades, críticas y riesgos asociados a ese rol.

Greta Thunberg es por tanto metáfora del feminismo y del activismo subvencionado en general; ya que quiere tener lo bueno de aquellos que lo arriesgan todo, pero sin arriesgar absolutamente nada. El reconocimiento, pero no la crítica; el puesto entre los líderes, pero no la competencia y la erudición; la gloria, pero no el peligro y la renuncia. Por tanto, es el modelo opuesto a Juana de Arco, que tomaba lo malo con lo bueno de ser líder y ser un guerrero; no sólo lo bueno. Por eso Juana de Arco es un símbolo potente cinco siglos después, y Greta Thunberg está a punto de ser desechada por las máquinas propagandísticas que la han creado, y olvidada.


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