Revista Comunicación
Sin embargo, corriendo el riesgo de forzar un poco la interpretación, me gusta pensar que la clave de la herencia de Eco se encuentra en el empeño e incluso la diversión con que se dedicó siempre a desarmar la ilusión o la trampa del Gran Dibujo, del plan eterno de la salvación que obsesiona a la humanidad. De ahí sus numerosos escritos sarcásticos y provocadores sobre las teorías de la conspiración que pueblan nuestra existencia y sobre la estructura mental que las alimenta, esclava de la ansiedad de restablecer la unidad y la racionalidad del mundo. De ahí también sus lapidarios comentarios para zanjar a su manera algunas famosas controversias sobre el sexo de los ángeles: "Estoy completamente seguro -escribió- de que Macintosh es católico y Microsoft, protestante". Una broma para desmontar la gravedad de los contendientes, pero también una aguda alusión a las raíces profundas y al desafío explicativo de todo lo que nos rodea, incluidas las cosas más modernas y aparentemente mecánicas y sin historia, como si todo el pasado estuviera siempre en todos lados. Porque lo explicó y lo hizo maravillosamente bien: Macintosh es amable, escribió, es conciliadora, les dice paso a paso a los fieles la forma de proceder para lograr, si no el reino de los cielos, la impresión del documento; es catequética, porque explica la esencia de la revelación con fórmulas simples y suntuosos íconos; finalmente, reconoce a todos el derecho a salvarse. Microsoft, en cambio, es protestante, casi calvinista, aclaró: permite la libre interpretación de las Escrituras, exige decisiones personales difíciles y no garantiza la salvación; deja al usuario a merced de su tormento interior. En fin: cómo explicar nuestro mundo fingiendo hablar de computadoras.
LORIS ZANATTA
“Un heredero de la Ilustración que anticipó la Web”
(la nación, 25.02.15)