La diferencia entre sonreír y no sonreír
5 noviembre 2013 por bynzelman
“Mi primer día de trabajo fue aterrador. Creía que iba a hacerlo todo mal y que acabarían echándome. De hecho se me cayó una carpeta llena de papeles en mitad de una reunión… tres personas se levantaron a ayudarme y me sonrieron”.
“Ayer casi me da un infarto. No sabía qué salida tenía que coger en la carretera y un par de coches me pitaron impacientes… Luego, cuando quise incorporarme al carril que me correspondía no había hueco… Creí que me daba algo. Hasta que una señora me dejó meterme en la fila, hizo un gesto con la mano y me sonrió”.
“Hoy, en el metro, vi a una mamá un poco azorada porque todo el mundo se sentía molesto debido a que no podía maniobrar con el voluminoso carro del bebé. En un momento dado, miré al bebé, que estiró los brazos, bostezó, me miró y sonrió. Todo el vagón pareció enamorarse de él. Todos sonreían”.
“Las ventanillas me generan estrés. Hoy fui a la del paro. Tengo un miedo atroz a no tener un futuro. Un trabajo. Un medio de subsistencia. El señor de la ventanilla me da miedo. Pero al acercarme me ha sonreído…”.
“Nunca olvides cómo nos conocimos. Fue en la calle. En un día de lluvia. Tropecé y casi nos caímos al suelo los dos. En lugar de enfadarte, me miraste y soreíste”.
Sonreír es gratis. Y nos hace más felices. Hagan un esfuerzo, no por ustedes, sino por los demás. Funciona y es de ida y vuelta.
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