El factor clave de la productividad no es la cantidad ni el tiempo, es la dirección. Esto nova de hacer una gran cantidad de cosas en un período determinado de tiempo, está relacionado en saberte mover en la dirección correcta. Y para disponer de una dirección clara hay que descubrir un propósito que genere un compromiso sólido.
En el artículo que escribo a continuación hablaré de la importancia de tener un propósito vital claro y bien definido y de los problemas cuando uno no lo tiene.
Eficacia
¿No creéis que el término productividad personal se ha vuelto demasiado generalista? Dentro de él cabe todo, desde gestión del tiempo a administración prioridades, por eso los amigos de la red Optima Lab decidieron empezar a hablarnos de eficiencia, eficacia y efectividad.
Eficiencia es hacer bien las cosas, eficacia es obtener resultados y efectividad es hacer bien cosas que te reportan…
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Las personas efectivas han aprendido dónde quieren llegar, su propósito, y en consecuencia esto les ha llevado a saber quiénes son. Conocer tu propósito consiste en definir que es para ti el éxito y que debería suceder para llegar. No me refiero en cómo llegar, sino a las metas a alcanzar para conseguirlo.
Muy poca gente realiza este ejercicio de definición personal. No es extraño, se trata de algo complejo e incómodo ya que nos obliga a confrontar que queremos y lo que estamos dispuestos a renunciar para lograrlo.
El peligro de no disponer de un propósito bien definido
Sin un propósito podemos acabar convertidos en microgestores, gestionando los problemas del día a día sin dar profundidad a nuestra actividad. No parece tan dramático pero sin una finalidad puedes acabar:
- Trabajando en el propósito de otro. No te estás dedicando a tu propio negocio, a cambio de una nomina a final de más o de otras satisfacciones superficiales puedes acabar dedicando tu esfuerzo vital a la empresa donde trabajas u a otras personas …
- Cayendo en actitudes poco constructivas. Nuestra sociedad está obsesionada con la idea de mantenerse ocupado de forma permanente, lo que nos deja poco tiempo para ser y vivir. También existe el riesgo de caer en la trampa de una competitividad mal entendida, donde uno se compara con todos sistemáticamente para obtener una medida de su propio éxito.
No digo que sea malo dedicarte a tu empresa, o desarrollar tu carrera dentro de una organización, lo nefasto es desarrollar una dependencia de la remuneración que recibes cada fin de mes que vaya más allá de las necesidades económicas. Una vía para obtener un propósito artificial muy bien definida por la expresión “Tú no eres tu trabajo“.
Ambas formas son vías para acabar encajando un imaginario personal. Buscamos encajar socialmente y obtener reconocimiento. Disponer de un propósito nos da la vía para dar profundidad a este imaginario y para estructurar la actividad que se desprende de él. Tener un punto de referencia vital es muy poderoso, da una gran seguridad en lo que se hace y en uno mismo, por el contrario su ausencia lleva a buscar esa seguridad fuera, conduciéndonos a las tendencias descritas en el segundo punto.
Que haces te convierte en quien eres
“Estudié una ingeniería técnica cuando ya estaba trabajando, me apasionaba programar, desarrollar software y trabajar con sistemas informáticos. Lo que comenzó como un reto personal, como una vía para obtener reconocimiento de mi entorno y de la dirección de mi empresa, se acabó convirtiendo en una forma para madurar como persona y como profesional, una forma para profundizar en los conocimientos y de experimentar el circuito esfuerzo – recompensa cuando este retorno no lleva una recompensa material sino algo que va más allá.”
La cantidad de tiempo y esfuerzo dedicado se hacía difícil de entender para alguien que no estuviera inmerso en la misma situación. Cuando hablo de objetivos y niveles de perspectiva no suelo poner ejemplos personales, pero esta situación captura perfectamente como un propósito se convierte en un estilo de vida.
Avanza más quien da 3 pasos en una sola dirección que quien da 10 sin un rumbo concreto
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No te importa que hacen ni lo que dicen los demás, tú sabes dónde vas y eso es lo importante. No cuentan comentarios de terceros ni te pesan cómo les van los proyectos a tus amigos y vecinos. Ser humano significa ser gregario y tenemos la insana tendencia a comparar y hacer lo que hacen los demás. Tienes un ancla que te mantiene centrado evitando desviaciones debido a los ladrones de atención en forma de dudas, preguntas tendenciosas, tendencias, modas…
Si no dispones de un propósito a este nivel puedes usar la disciplina o la fuerza de voluntad para saltar alguno de estos muros, pero no estás indefenso ante el auto-sabotaje en forma de mala gestión de ciertos aspectos de tu vida: interrupciones , priorización de asuntos de poca importancia y implicarte en nuevos proyectos …
Cierro el post recomendándoos la lectura de un post que me impactó y inspiró para escribir el artículo: 15 thing Insanely-productive people do differently de Benjamin Hardy y de su blog a medium, una fuente de recursos imperdible.