Desde hace unos años, la política internacional ha cambiado considerablemente. Primero se paso de dos ejes a uno, siendo el epicentro EE.UU. La destrucción del muro de Berlín y la llegada de la Perestroika hizo un mundo con un único polo de poder.
Después, la única conciencia que mantenía la oposición clara a los americanos la marcaban países totalitarios, como son los casos de Cuba y de Corea del Norte. Todo lo demás quedaba sometido a la única gran potencia, mientras que otras potencias menores como China o la nueva Rusia mantenían cierta independencia geopolítica, sin que pudieran competir con la primera.
Hace unos años, llegó el final de la opresión y de las dictaduras en casi toda América Latina. Y pueblos que habían estado oprimidos, explotados y sangrados por gobiernos títeres sometidos a los EE.UU., consiguieron su independencia y con ella, hicieron, en mayor o menor medida, una demostración de que América Latina es posible sin que Papá Yanqui interviniera en sus políticas.
Todo esto hay que agradecerlo a países como Brasil, Venezuela, Ecuador, Argentina, Uruguay, entre otros. Unos países que han sido capaces de iniciar un camino nuevo con mayor o menor éxito, pero todos con gran independencia del que fue su gran valedor: USA. Hoy es posible encontrar a países que intentan otra vía interesante, lejos de los intereses yanquis.
Un caso de autonomía, responsabilidad y decencia es el que está demostrando la República de Ecuador, un ejemplo de una actuación política pacífica contraria al coloso norteamericano.
Correa es un ejemplo de político de este nuevo camino. Posee todos los ingredientes que le hacen, a pesar de ser presidente de un país pequeño y, todavía por desarrollar, ser querido por la gran mayoría de su pueblo y odiado por las oligarquías, lobbies y alta burguesía de su país. Además mantiene un pulso de dignidad contra los EE.UU.
Ecuador es un país que ha avanzado mucho, ahí están los datos de la ONU y de la UNESCO para corroborarlo. Un país que tiene grandes déficits culturales y sociales, producidos por los gobiernos que le han estrujado durante el siglo XX. Hoy se han conseguido progresos importantísimos para la población. Se ha avanzado considerablemente en la enseñanza, la sanidad y la alfabetización y cultura de la población, aunque todavía se deban dar mayores progresos. Y sobre todo, la ciudadanía ecuatoriana ha sido capaz de encontrar sus valores nacionales y su dignidad bajo la bandera de la independencia y la dignidad. Ecuador hoy ya no está en venta, como ocurría hace unos años.
La prueba más palpable es el pulso que ha echado al país más poderoso en el caso de Julian Assange de WikiLeaks. Un pulso que dura ya más de un año. Assange está encerrado en la embajada de Ecuador de Londres, bajo refugio y protección ecuatoriana, sin que pueda salir de allí puesto que el gobierno inglés, al dictado de los gobiernos sueco y estadounidense están esperando apresarle para juzgarle –digan las excusas que digan— por haber desvelado secretos de Estado americano. Ni las amenazas ni los intentos de compra del gobierno americano han podido con la decencia y honorabilidad del gobierno ecuatoriano, que mantiene una posición intachable.
Y ahora surge otro caso más. El de Edward Snowden. el extécnico informático de la NSA que dio a conocer un programa de espionaje de la agencia de seguridad de EE.UU. Hoy Snowden se encuentra en la zona de tránsito del aeropuerto de Moscú, mientras que USA ya ha pedido su extradición por considerarle traidor a sus intereses, cuando lo que ha denunciado y lo que puede seguir denunciando, es un comportamiento ilegal de espionaje americano a otros países. Por lo tanto una actuación ilegal en contra de los derechos humanos y penada por los tribunales internacionales.
Pues bien, Ecuador está estudiando acoger a Snowden para salvarlo de las garras yanquis que pretenden juzgarlo por traidor. Una vez que USA se ha enterado de esa posibilidad ha amenazado a Ecuador, diciendo que de ser así suspendería acuerdos arancelarios que benefician económicamente a Ecuador. La contestación del país andino ha sido muy clara: la renuncia de dichos acuerdos. A lo que ha añadido que a Ecuador no se la puede comprar y no se va a supeditar a intereses económicos.
Ecuador es un ejemplo de dignidad que debería ser ejemplo de otros pueblos. Hoy su voz, pequeña pero fuerte, se ha engrandecido por su voluntad de mantener una independencia con el país que, siendo el más poderoso, pretende imponerse por encima de leyes y de intereses ajenos.
Correa y su gobierno, apoyado por su pueblo, han sabido actuar de forma ejemplar, y han puesto de manifiesto que la dignidad se puede mantener, en contra también de los poderosos, y que sucumbir, cambiando recursos económicos por soberanía, puede llevar a la ignominia y a la falta de soberanía.
Ojalá que Rajoy y compañía fueran capaces de mantener esa dignidad, tan necesaria, y se enfrentaran, en vez de entregarnos, a la Troika y la Sra. Merkel. Otro gallo nos cantara. Así, no sólo nos están despojando del Estado del Bienestar, sino también de nuestra dignidad como pueblo.
Salud y República