El presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, está avergonzando una vez más a su pueblo, más honrado y digno que él, al guardar un silencio cobarde ante los abusos de Marruecos en el antiguo Sahara Español, donde el sultán sátrapa y dictador está empleando la fuerza y violando los derechos humanos fundamentales para aplastar a los saharauis y anexionarse ese territorio. Zapatero justifica su cobardía afirmando que así salvaguarda los intereses de España, pero olvida que, para todo demócrata, la defensa de los derechos humanos y de los grandes valores es siempre prioritaria.
¿Qué le pasa a la izquierda mundial que es incapaz de condenar abiertamente a criminales como Stalin, Mao, Pol Pot, el "Che" Guevara y otros muchos? ¿Por qué regímenes totalitarios que aplastan a sus súbditos, cometen crímenes y desprecian los derechos humanos son admirados por la izquierda, que no se atreve a condenarlos?¿Es que el odio al liberalismo y a la libertad pesan más que en la izquierda que aquellos ideales que tuvo un día, como la humanidad, la justicia, la paz, la solidaridad y la igualdad?
Mis raíces de izquierda me han llevado a investigar intensamente ese drama y la fuerte paradoja que conlleva y creo haber descubierto una de las claves, aunque no la única: El nazismo y el fascismo perdieron la II Guerra Mundial y fueron condenados universalmente en Nüremberg, pero todavía no ha sido públicamente condenado el salvajismo criminal de países como la URSS, China, Corea del Norte, Camboya y otros, todos ellos encuadrados en lo que se llama "la izquierda", a pesar de que sus crímenes y prácticas antihumanas y totalitarias superaron con creces a las nazis y fascistas juntas.
Mao Zedogn es el primero del ranking mundial del crimen, seguido de Stalin. Hitler es el tercero, seguido por el camboyano Pol Pot.
Hoy, el ranking de las dictaduras opresoras, aquellas que oprimen y hasta liquidan a sus disidentes, está encabezado por países como China, Irán, Corea del Norte, Cuba, Siria, Birmania, Rusia y otros casi todos ellos respetados por la izquierda y sin que sus abusos y crímenes totalitarios hayan sido condenados por los líderes de la izquierda mundial, incluso por aquellos que han llegado al poder mediante elecciones más o menos democráticas.
Nuestra tesis es que hasta que la izquierda no rinda cuentas ante la humanidad por sus crímenes y por haber sucumbido al totalitarismo asesino, no tendrá la legitimidad necesaria para liderar gobiernos auténticamente democráticos, ni para capitanear el verdadero progreso, que, desde luego, tiene que alejarse del crimen y del delito contra la Humanidad.
Pocos saben, quizás porque la prensa y los intelectuales de izquierdas lo ocultan cuidadosamente, que en China, durante la Revolución Cultural, se practicó el canibalismo contra los "enemigos del pueblo" en provincias enteras y que, por ejemplo, los alumnos de un colegio se comieron a su profesor a bocados porque decían que era reaccionario.
A ese nivel de brutalidad, quizás insuperable, sólo se llega cuando el despotismo y el salvajismo del poder político han cruzado la línea de la indignidad suprema, anulado a la persona y sustituyendo la humanidad por la barbarie.
Mientras la izquierda siga considerando el análisis del pasado como un tabú, mientras sea incapaz de asumir errores y siga culpando a la derecha de todos los dramas y crímenes, incluso de los propios, no habrá esperanza y cada día será más difícil que los seres honrados y decentes militen en sus filas.