Errar y olvidar en el asunto de la gripe A. Esa es la política que según el médico Juan Gérvas ha seguido la ministra de Sanidad española Trinidad Jiménez y su equipo. Por ello Gérvas, una de las voces más críticas en este asunto entre los profesionales sanitarios pide la dimisión inmediata de la ministra y todo su equipo, por incapacidad en la gestión de los recursos públicos. Estoy plenamente de acuerdo con las reflexiones que aporta Juan, colaborador de este blog y un referente indiscutible hoy en Medicina.
Lo que sigue a continuación son las palabras del médico que como digo suscribo de la primera a la última:
En la declaración de fin de pandemia de la OMS se insiste directa y/o indirectamente en la bondad de la vacuna y de los antivirales y de nuevo se vuelve a amedrentar con brotes de virulencia inusuales e impredecibles, con mutaciones víricas y con muertes de jóvenes y por neumonía vírica. Para colmo, se rebaja el porcentaje de población mundial naturalmente inmunizado contra la gripe A tras el contacto con el virus durante la pandemia (puede llegar a ser del 60%) y no se comenta que esa inmunidad natural persiste más de 50 años contra la breve inmunidad que provoca la vacuna (de un año, aunque a este respecto se sabe poco).
Las autoridades mundiales y españolas tienen dos ejemplos prácticos que ponen en cuestión su estrategia:
1/ el de Polonia, con su política de no vacunación, que al final se ha saldado con 181 muertos en una población de 39 millones (por contraste, con una política de activa vacunación, España tuvo 271 muertos para una población de 47 millones) y
2/ el de los médicos del mundo entero y en especial el de los españoles que se opusieron con éxito a las prácticas sin fundamento científico que pretendían implantar las autoridades y evitaron la alarma y el uso indiscriminado de antivirales y de la vacuna.
La falta de análisis de la respuesta a la crisis y el cerrar en falso un error mundial monumental, analizado a fondo por el Consejo de Europa, sugieren que hubo malicia sanitaria (medias verdades con intereses variados). Parece que las autoridades mundiales y españolas se equivocaron con malicia y pretenden la impunidad científica, política y penal.
Se equivocaron con malicia pues en julio de 2009 ya se sabía que la pandemia sólo lo era por la expansión mundial y no por su gravedad, pues la mortalidad era diez veces menor que la de gripe estacional habitual.
Se equivocaron con malicia pues activaron planes de contingencia que correspondían a los de una gripe tipo la de 1918 (“española”, gran expansión, gran virulencia) y no corrigieron cuando fue evidente que la gripe A era banal (en julio de 2009).
Se equivocaron con malicia pues utilizaron “el principio de precaución” para justificar medidas imprudentes y decisiones excesivas y no justificadas, de alarma de la población y de empleo ingente de recursos humanos, farmacológicos, de higiene y otros. De hecho gran parte del gasto inútil no se debe a los medicamentos (coste y conservación de antivirales y vacunas) sino a las bajas laborales innecesarias.
Se equivocaron con malicia alimentando el terror de la población a las muertes y neumonías víricas por gripe, especialmente de las embarazadas y de los jóvenes.
Los daños de tal imprudencia son muchos:
1/ El descrédito de las autoridades sanitarias mundiales y españolas. Para vivir en sociedad es imprescindible la confianza y esa se ha perdido respecto a las autoridades sanitarias. Si hicieron lo que han hecho, y si no analizan errores y aciertos sólo cabe temer lo que harán en el futuro.
2/ El impacto negativo en salud, que va desde el aborto voluntario por “espanto” (de embarazadas temerosas de las complicaciones anunciadas) a los errores de diagnóstico con retrasos de tratamiento (por ejemplo, de meningitis etiquetadas como gripe A), más el abuso de antibióticos (con las resistencias bacterianas correspondientes), los efectos adversos de medicamentos innecesarios y/o inútiles (antivirales y vacunas), etc.
3/ El despilfarro de miles de millones de euros (y dólares) en un momento de crisis financiera y económica mundial. No es tirar el dinero, es además no emplearlo en la alternativa más beneficiosa. Buen ejemplo de tirar dinero es la quema de vacunas inútiles, compradas y no empleadas (en España se compraron 13 millones y se emplearon sólo tres). Vacunas que costaron siete euros cada una, diez veces lo que la vacuna antigripal normal. Otro ejemplo, ya señalado, fue la extraordinaria repercusión laboral de la alarma, con gastos incalculables.
4/ La contribución a transformar en certeza la sospecha de que las grandes políticas, incluyendo las sanitarias, se deciden fuera de los mecanismos democráticos. Son los conflictos de interés de asesores y decisores pero sobre todo las nebulosas fuerzas que logran torcer los hechos científicos obvios para poner en marcha decisiones políticas por encima de la autoridades democráticamente elegidas.
Ante este panorama ¿qué puede hacerse?:
1/ Tener en cuenta que las autoridades se pueden equivocar y persistir en el error. Conviene ser críticos y hacerles llegar las críticas. En último caso hay que ignorar sus recomendaciones y consejos.
2/ Utilizar los medios accesibles para elaborar alternativas concretas a las propuestas irracionales de las autoridades.
3/ Difundir las alternativas tanto por los medios de comunicación habituales como especialmente por las redes sociales de Internet. Los médicos tienen especial capacidad de transmitir mensajes a los medios de comunicación mediante sus representes y en la consulta, como se ha demostrado en el caso concreto de la pandemia de gripe A.
4/ No aceptar las políticas ni las informaciones que amedrentan, que infunden pánico y terror y que espantan. Las políticas y la información deberían ser objetivas y positivas, adecuadas a la situación, y cambiantes según la evolución de los hechos. Por ejemplo, el “goteo” de muertes por gripe A entre mayo y agosto de 2009, descrita y expuesta una a una, fue un ejercicio obsceno al que habría que oponerse.
5/ Exigir el análisis científico de la gestión de la crisis de la pandemia de la gripe A, con publicación y difusión de sus conclusiones.
6/ Pedir y lograr el procesamiento político y penal (en su caso) de las autoridades que gestionaron una crisis probablemente con malicia y que no hacen nada para aprender de sus errores. Errar es humano; persistir en los errores, no analizarlos y no corregir para el futuro es inhumano. No deberíamos estar inermes ante políticos que yerran, no corrigen y pretenden que olvidemos.