Revista Opinión

La diplomacia del sushi: el poder blando japonés

Publicado el 26 mayo 2019 por Juan Juan Pérez Ventura @ElOrdenMundial

El concepto de poder blando, acuñado por el académico de Harvard Joseph S. Nye, hace referencia a la capacidad de un actor para influir en otros a través de medios no coercitivos. Nye concebía la cultura, los valores políticos y la política exterior como los pilares del poder blando de un país. Con un despliegue estratégico de todo un arsenal de elementos culturales, Japón se ha convertido en un peso pesado del poder blando o lo que podría considerarse una superpotencia cultural. Según el Índice de Presencia Global, Japón ocupaba en 2017 el sexto puesto, una posición obtenida principalmente por su presencia económica, pero a la que la fuerza blanda contribuyó en un 27%.

A menudo se evoca a McDonald’s o Coca-Cola como los emblemas de la globalización, pero muchos símbolos made in Japan no se quedan atrás en el imaginario colectivo: PlayStation, Nintendo, Pac-Man, Doraemon, Hello Kitty… A pesar de la creciente sombra de China y con una economía que lleva lustros estancada, el poder blando todavía sostiene la imagen de Japón como un país de referencia en la esfera internacional. Y no son pocas las armas culturales de las que dispone su arsenal: tecnología punta, arquitectura, gastronomía, j-pop, manga, películas y series de animación (anime), videojuegos, moda y, recientemente, incluso el candidato al Nobel de Literatura Haruki Murakami

Japón en Asia: de donante a influencer

Asia oriental es y ha sido históricamente el principal receptáculo de la influencia cultural japonesa. Mientras que en Occidente solo han triunfado algunos elementos específicos, como los videojuegos y la animación, en los países vecinos la intrusión japonesa es mucho más profunda, desde el fenómeno de las ídolos (idols) hasta las revistas de moda y elementos más tradicionales, como la lengua.

El sentimiento antinipón que perduraba en los países de Asia-Pacífico tras la Segunda Guerra Mundial y el completo rechazo a la idea de un Japón nuevamente militarizado motivaron que Tokio se decantase por un soft power apoyado en su potencial económico. La influencia de Japón se construyó sobre dos pilares: su posición como hegemón y referente económico en la región y su condición como fuente de abundante  ayuda oficial al desarrollo en el sudeste asiático. Sin embargo, a partir de la década de 1990 empezó a despuntar otra fuente de influencia en Extremo Oriente: la industria del entretenimiento. La cultura nipona había conseguido infiltrarse con mayor o menor éxito en numerosos países de la región, a pesar de las limitaciones y prohibiciones impuestas por numerosos Gobiernos —particularmente por el de Corea del Sur— en un esfuerzo por evitar el “imperialismo cultural” o movidos por animosidad hacia el país del sol naciente. Las autoridades de Tokio acabaron por percatarse del potencial comercial y político del éxito que la cultura popular nipona disfrutaba entre sus vecinos asiáticos y empezaron a involucrarse en su promoción. Así, con el respaldo del Gobierno, cientos de programas de televisión se doblaron al inglés y se exportaron a otros países asiáticos.

La música, los cómics (mangas), los videojuegos, la moda y los programas y series de televisión se han convertido en uno de los recursos más valiosos de las relaciones internacionales de Japón en Asia, especialmente para conectar con la clase media asiática y los jóvenes urbanitas, expuestos a toda una panoplia de referencias culturales japonesas, desde la exitosa Hello Kitty, pasando por Super Mario, Pokémon y Naruto, hasta las jóvenes idols del pop japonés (j-pop) y sus populares revistas de moda. La industria de la música japonesa triunfó en los 90 y principio de los 2000 en Hong Kong, Taiwán, Corea del Sur, Filipinas y Malasia, en los que copó alrededor del 10% del mercado musical, aunque sin acercarse nunca al éxito que disfruta la música procedente de China en los países de Asia oriental.

Para ampliar: “El culto a lo kawaii en Japón”, Esther Miranda en El Orden Mundial, 2017

En cuanto a los programas de televisión japoneses, han pasado de ocupar menos de 5.000 horas en 1980 a 22.000 en 1992 y más de 42.000 en 2002; los conocidos como doramas —dramas japoneses— disfrutan de una popularidad equivalente o superior a la de los dramas estadounidenses. Además de ser consumidos directamente, los doramas y el j-pop han influido en la música y los programas producidos en estos países —como los cada vez más populares dramas coreanos—. Por ejemplo, el famoso concurso de talentos Star Tanjō!, emitido entre los 70 y los 80, fue replicado, bajo la dirección de la empresa japonesa Fuji TV, en el programa Asia Bagus! (‘¡Asia es grande!’ en indonesio) y emitido en distintos países asiáticos. A comienzos de la década de los 2000, cerca de la mitad de las exportaciones de programas televisivos nipones se dirigían a Asia, seguidas de lejos —un 28%— por su segundo destino, Europa.

El creciente número de estudiantes de japonés en el mundo a pesar del estancamiento económico del país refleja el atractivo que despierta su cultura. El número de estudiantes oficiales extranjeros de japonés ha aumentado de 981.000 en 1990 a 2,3 y 3,6 millones en 2003 y 2015, respectivamente. El este y sudeste asiático han comprendido históricamente el grueso de estos estudiantes —más de tres cuartos en 2015—, pero en los últimos años el incremento se ha dado sobre todo en el resto de las regiones del planeta. Contrariamente a lo que cabría imaginar cuando se trata de aprendizaje de lenguas, las principales razones para estudiar la lengua nipona no son las oportunidades laborales, sino el mero interés en la cultura japonesa

A pesar del éxito que ha disfrutado la cultura popular japonesa en Asia oriental en las últimas décadas, las instituciones de promoción cultural han estado centradas en el aspecto más tradicional de la cultura japonesa. La Fundación Japón vio la luz en 1972 y se ha convertido en la institución más importante en la diseminación de la cultura japonesa.

La diplomacia del <em>sushi</em>: el poder blando japonés fue publicado en El Orden Mundial - EOM.


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