La disautonomía, una forma nueva de estrés
Para la psicología la disautonomía es una respuesta del sistema nervioso ante cualquier situación que se percibe como una amenaza. Y son tantos los niveles a los que se puede llegar que con el tiempo han ido apareciendo una serie de enfermedades que se relacionan con esta enfermedad.
La persona afectada se muestra tensa, irritable y presenta crisis físicas como alteraciones en el comportamiento acompañado de diversos trastornos emocionales.
El signo más característico es un desmayo, que dura apenas 30 segundos, pero en los que se pierde la noción del mundo donde comúnmente se relacionaba con la hipoglicemia.
Sus síntomas, además del desmayo, son fatiga, cansancio, dolor de cabeza, visión borrosa, frialdad, opresión en el pecho, palpitaciones, boca seca, sudoración, mareos, debilidad, presión baja, trastornos del sueño y náuseas o vómito después de comer.
Las mujeres son las más propensas a sufrir este mal, entre los pacientes que la sufren hay un hombre por cada 20 mujeres, la diferencia está en que los hombres, por su estructura física, son más resistentes al estrés.
La disautonomía se produce en el sistema nervioso autónomo, que tiene a su cargo el 95 por ciento de las funciones del organismo.
Por lo general, el paciente acude al especialista cuando empieza a perder el conocimiento, pero ya tiene casi todos los síntomas y se le presentan cada vez con más frecuencia. Cuando se presentan palpitaciones, dolores de cabeza y debilidad es recomendable acudir a un cardiólogo electrofisiólogo, especialista que diagnostica y trata la disautonomía.
Paralelo al tratamiento farmacológico, los expertos recomiendan cambiar el estilo de vida para controlar el estrés, por ejemplo llevar una rutina adecuada de ejercicio. Si sospecha que se está sufriendo de disautonomía conviene evitar algunas medicinas antigripales, ya que pueden desencadenar las crisis.
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