La disgrafía es un trastorno del aprendizaje que se manifiesta desde que los niños son pequeños. Es durante la época de la escolarización cuando normalmente se empieza a detectar este problema, ya que es el momento en que el niño comienza a aprender a leer y a escribir.
Las alteraciones relacionadas con la disgrafía o dificultad para la escritura suelen manifestarse a partir de los dos primeros años de Educación Primaria. Es posible detectarlos antes, en base a las características y la evolución del niño. Pero es al comienzo de Primaria cuando son latentes las alteraciones a la hora de seguir el ritmo normal de desarrollo y aprendizaje.
¿Qué es la disgrafía?
La disgrafía es un trastorno del aprendizaje de la escritura, en el cual intervienen diversos factores. Su característica principal es la dificultad en la coordinación de los músculos del brazo y la mano, entre otros factores.
Este trastorno no se debe a una discapacidad física o intelectual. Se presenta en niños con una capacidad normal, que no sufren ningún trastorno neurológico, sensorial, ni motriz severo.
Se manifiesta más bien como una dificultad que incide a la hora de representar los signos gráficos, es decir, es de naturaleza funcional. La disgrafía impide escribir correctamente, de forma legible y ordenada.
Características de la disgrafía
A continuación te voy a enumerar algunas de las cuestiones que son comunes cuando existe este tipo de trastorno. Son señales bastante identificables, que nos pueden llevar a detectar el problema:
- Escritura ilegible o muy difícil de entender.
- Escritura más lenta de lo habitual a esa edad y con un esfuerzo desmesurado.
- Rigidez motora muy acentuada o excesiva laxitud (distensión o flaccidez muscular).
- Trazos muy variables y no uniformes, letras irregulares en cuanto a tamaño y forma. Mala caligrafía.
- Uso indistinto de mayúsculas o minúsculas.
- Confusión y omisión de letras.
- Mala organización y distribución del espacio.
- Falta de control a la hora de coger el lápiz o instrumento de escritura (dificultad en la prensión).
- Posturas inadecuadas al escribir.
El que un niño presente solamente alguno de estos factores no implica que tenga un problema de disgrafía. El trastorno viene acentuado por la combinación de varios de ellos, aunque es cierto que se puede trabajar para mejorar cualquiera de ellos.
Detección precoz
Es importante detectar precozmente cualquier anomalía en la lectura y la escritura, para así poder dar una atención temprana que nos ayude a diagnosticar y corregir el problema.
Para ello, es imprescindible la observación y la intervención tanto escolar como familiar. De este modo se pueden corregir cuanto antes los problemas en el aprendizaje y disminuir los errores que ya están adquiridos.
También hay que tener en cuenta que los niños a estas edades se encuentran en pleno proceso de aprendizaje de la lecto-escritura. Cada niño es diferente a la hora de alcanzar este aprendizaje y tiene sus propias características. Pero sí que es significativo tener en cuenta estas dificultades para poder actuar desde el principio frente a ellas.
Los primeros cursos de la escolaridad son claves, pues es cuando se centran en aprender a leer y a escribir. Así que es un momento crucial para que reciban los apoyos necesarios para establecer unas buenas bases.
¿Cuáles son las causas de la disgrafía?
Por un lado podemos encontrar causas de tipo madurativo o neuropsicológico. Sin tener en cuenta casos relacionados con alguna lesión o traumatismo, se pueden encontrar diferentes situaciones:
- Problemas en la lateralización. Esto incluye la dificultad de diferenciar claramente el predominio de izquierda y derecha. También se encuentra en caso de ambidiestros o zurdos contrariados.
- Escasa orientación espacial. En línea con lo anterior, al niño le cuesta la elaboración de grafismos y su dirección en un plano o papel.
- Perturbaciones motoras. Suponen problemas, aunque muy ligeros, en el equilibrio, en el tono muscular y en el movimiento.
- Capacidad perceptiva alterada. No tienen ningún trastorno visual, pero les es complicado distinguir de algún modo las formas, la simetría... Estaría relacionado con la coordinación viso-motriz.
- Esquema corporal no establecido. Esto significa la percepción que el niño tiene de su propio cuerpo. Cuando no está bien instaurado el reconocimiento de sí mismo, también le puede llevar a una alteración en su escritura.
- Problemas en la lecto-escritura. Normalmente, las disgrafías vienen acompañadas de dificultades en la fonología y en el léxico.
La disgrafía, a la larga, puede suponer un bajo rendimiento escolar. La dificultad en la escritura incide en el aprendizaje de otras áreas, además de perjudicar la autoestima y las relaciones sociales.
¿Cómo actuar frente a la disgrafía?
Como ya he comentado, es primordial el trabajo conjunto de niño, familia y escuela. No es un problema que se pueda resolver sin tener en cuenta estas tres variables.
En los colegios pueden realizar pruebas que evalúen y cuantifiquen a sus alumnos. Éstas incluirán dictados en los que se valore la velocidad de escritura, pruebas libres en las cuales los niños redacten un párrafo o texto...
De cualquier modo el docente, junto con el equipo psicopedagogo del centro, puede detectar y poner en conocimiento la necesidad de trabajar con los alumnos para mejorar su aprendizaje.
A veces la disgrafía va acompañada de errores ortográficos, por lo que puede confundirse con la dislexia, pero ni es el mismo problema ni tiene el mismo tratamiento.
La forma de tratar este trastorno de la disgrafía conlleva reforzar varios aspectos:
- Mejorar la coordinación global y manual.
- La ejercitación psicomotora y postural.
- La adquisición correcta del esquema corporal.
- Estimular la coordinación viso-motriz.
- Corregir los movimientos básicos que intervienen en la escritura.
En estos libros encontrarás más información sobre la disgrafía y ejercicios para mejorarla:
Espero haber resuelto algunas dudas en relación al trastorno de la disgrafía. Puedes dejarme tus comentarios o dudas sobre este tema. ¡Ya sabes que siempre son bienvenidos!