La dispepsia es un dolor o una sensación desagradable, en la parte superior del abdomen que puede aparecer y desaparecer, pero la mayoría del tiempo está presente. Una de cada 4 personas la padecen en algún momento de su vida.
La dispepsia, o también llamada indigestión, es una sensación de dolor o ardor en la parte superior del abdomen, generalmente acompañada de nauseas, pesadez, gases, sensación de plenitud y, algunas veces, vómitos. Aunque la digestión puede ser el resultado de una enfermedad o de una úlcera en el tracto digestivo, frecuentemente se origina por comer en exceso, hacerlo demasiado rápido o ingerir alimentos con alto contenido en grasas, muy condimentados, e incluso por comer durante situaciones de estrés.
En cuanto a su origen, las causas de la dispepsia son múltiples, y pueden incluirse la irritación del estómago (gastritis), regurgitación o reflujo de ácido del estómago, aerofagia (tragar aire), inflamación de la vesícula biliar (colecistitis), intolerancia a la lactosa (incapacidad de digerir la lactosa, un azúcar de la leche y de los productos lácteos), síndrome del intestino irritable y otros trastornos que afectan a la motilidad intestinal, ansiedad o depresión, úlceras de estómago o de duodeno, aquellos medicamentos que irritan el revestimiento del estómago, además de fumar o beber en exceso. Sin embargo, es válido mencionar que en ciertas ocasiones no se encuentra causa alguna.
Asimismo, en muy pocas oportunidades, cuando las molestias se acompañan de pérdida de peso no intencionada, dolor al tragar los alimentos, sangrado o anemia, debería pensarse en la posibilidad de la existencia de cáncer.
Para su diagnóstico, lo más frecuente es la realización de un examen físico. Sin embargo, debido a que la indigestión puede ser una señal de problemas médicos más serios, a menudo se realizan exámenes de laboratorio y radiografías de estómago e intestino delgado para descartar otros problemas, como úlceras o tumores. Por ello, en ciertas oportunidades, es conveniente realizar una endoscopía, que descarta tumores, úlceras e inflamaciones en el estómago, esófago y duodeno; y una ecografía, que descarta la patología de vesícula, hígado y páncreas.