Revista América Latina

La disputa de Valladolid entre Las Casas y Sepúlveda (3)

Publicado el 09 diciembre 2012 por Tetenoemi @TeteNoemi

Allá y entonces en el silgo XVI

Apuntes de lectura basados en los análisis de Tzvetan Todorov, Arturo Roig y Enrique Dussel.

La mirada de Enrique Dussel *

La temática respecto de la disputa de Valladolid Dussel la elabora en la Conferencia V de su obra.

Para Dussel, que sigue en esto la expresión de K-O. Apel, la disputa de Valladolid consiste en el modo de entrada en "la Comunidad de Argumentación". En ella no se cuestiona, es más, todos están de acuerdo en ello, acerca de la posibilidad de entrada y participación del Otro en la Comunidad de Argumentación: el problema es el cómo.[1]

Dussel va a focalizar su mirada sobre lo que llama una crítica al "mito de la Modernidad", por el cual la cultura dominante se define a sí misma como superior respecto de otra cultura que define como inferior, a la cuál se impone en función de otorgarle el beneficio del desarrollo y la civilización, es decir, de modernizarla.

Parte de la argumentación de Sepúlveda, en un texto que considera central:

"La primera [razón de la justicia de esta guerra y conquista] es que siendo por naturaleza siervos los hombres bárbaros [indios], incultos e inhumanos, se niegan a admitir el imperio de los que son más prudentes, poderosos y perfectos que ellos; imperio que les traería grandísimas utilidades magnas commoditates, siendo además cosa justa por derecho natural que la materia obedezca a la forma, el cuerpo al alma, el apetito a la razón, los brutos al hombre, la mujer al marido, lo imperfecto a lo perfecto, lo peor a lo mejor, para bien de todos (utriusque bene)" (Ginés de Sepúlveda, De la justa causa de la guerra contra los indios)

Sepúlveda es moderno, dice, en un sentido actual de la palabra. Su argumento "indica que el modo de vivir urbano y la construcción arquitectónica... no es razón para opinar que son [aztecas o incas] pueblos civilizados."

"Porque tener casas y algún modo racional y alguna especie de comercio es cosas a que la misma necesidad induce..."
"... tienen de tal modo establecida su república, que nadie posee individualmente, ni una casa, ni un campo de que pueda disponer ni dejar en testamento a sus herederos, porque todo esto está en poder de sus señores... atenidos a su voluntad y capricho, y no a su libertad"

Es decir que, para Sepúlveda, la base de su barbarie se da en su particular manera de relacionarse con las personas y las cosas, "modo no individual", y por "no tener experiencia de posesión privada", ni sistema de herencia, y por la carencia de "la determinación suprema de la Modernidad: la libertad... de la subjetividad que guarda autonomía y hasta puede oponerse a la voluntad... de los señores." La conquista es emancipación, la puerta de salida a su barbarie.

Hasta aquí el primer argumento.

En segundo lugar, dice Sepúlveda:

"La causa es desterrar las torpezas nefandas (nefandas libines) [...] y el salvar de graves injurias a muchos inocentes a quienes estos bárbaros inmolaban todos los años"

Dussel señala que aquí pasamos del "concepto de Modernidad" al "mito de la Modernidad". El primero señala "el sentido emancipador de la razón moderna..." a la vez que "oculta el proceso de "dominación" o "violencia" que ejerce sobre otras culturas". El sufrimiento que genera en el otro se justifica por la salvación de los inocentes.

Paso siguiente, Dussel enumera los momentos de la argumentación de Sepúlveda, señalando que en los dos primeros se enuncia el concepto emancipador de la Modernidad, y en los que se irá configurando su mito: la premisa mayor, en eurocentrismo, seguida de la segunda premisa considerada por nuestro filósofo como "falacia desarrollista":

  • La civilización europea como superior y más desarrollada.
  • La barbarie superándose por un proceso civilizador, y por tanto emancipador

Los tres siguientes argumentos o corolarios, incluidos como de realización que exige su superación (trans- modernidad), o de la inclusión del Otro antes negado:

  • Acción pedagógica o guerra justa como necesaria: se justifica por la civilización o modernización, así como también los "costos necesarios del proceso", léase aquí sufrimiento del otro.
  • El conquistador es inocente y meritorio en el ejercicio de dicha pedagogía.
  • Las víctimas son culpables por su barbarie, sobre todo si siendo ésta voluntaria, se rebelan contra la conquista.

Dussel concluye en dos aseveraciones centrales: el mito de la modernidad está construido sobre un "paradigma sacrificial" en vistas a infligir sufrimiento para lograr el progreso humano; y es también una gran inversión en la que se intercambian los términos de víctima y victimario. Sepúlveda cae en el irracionalismo al justificar la violencia en lugar "de la argumentación", para incluir al Otro en la "Comunidad de Argumentación".

Respecto de Las Casas, este asume "lo mejor del sentido emancipador moderno, pero descubre la irracionalidad encubierta en el "mito" de la culpabilidad del Otro", nos dice Dussel. Sepúlveda "admite un momento irracional para iniciar la argumentación", en tanto que Las Casas "exige que el diálogo con el Otro sea racional desde el inicio." Para él no hay justificación para la violencia en la emancipación, ni compensación por el tipo de dominación que se ha establecido y la situación de servidumbre del indígena derivada; "se debe "modernizar" al indio sin destruir su Alteridad." Y lo dice de este modo, en De único modo: "... para todo el mundo y todos los tiempos... el único modo de enseñarle a los hombres la verdadera religión... [es] la persuasión del entendimiento..."; lo que implica según Dussel "su método crítico y un racionalismo liberador"

"La criatura racional tiene una aptitud natural para que se lleve [...], para que voluntariamente escuche, voluntariamente obedezca y voluntariamente preste su adhesión [...] De manera que de su propio motivo, con voluntad de libre albedrío y con disposición y facultad naturales, escuche todo lo que se le proponga [...]"

Luego Las Casas enfrentará en sus argumentaciones la cuestión de las condiciones de posibilidad racionales de participación en la comunidad de argumentación: "la cuestión debatida - dice Dussel- se encuentra en cuanto al a priori absoluto, de la condición de posibilidad de la participación racional misma." Y citando al Obispo : "... ningún infiel, ni... los reyes infieles querrían someterse voluntariamente al dominio de un pueblo cristiano... ", reflexiona: "aquí Bartolomé enfrenta en su origen mismo al "Mito de la Modernidad", la cual justificará siempre, como tal, la violencia civilizadora. Las Casas enumera las consecuencias y males que trae consigo la guerra, "el estrépito de las armas... las invasiones... las graves perturbaciones... las rapiñas y despojos... la devastación y desolación de las ciudades... tristes lamentos y ... luctuosas calamidades"; y no habiendo hecho el infiel " al pueblo cristiano ninguna injuria por la que merezca ser atacado con la guerra... esa guerra es injusta ... los que mandan son los principales culpables".

"Bartolomé ha alcanzado así - dice Dussel - el ´máximo de conciencia crítica posible´ colocándose en el lugar del Otro, el oprimido, y poniendo en tela de juicio "las premisas de la Modernidad como violencia civilizadora". Y concluye: "Todas estas exigencias no fueron respetadas. La razón de crítica de Bartolomé fue sepultada por la razón estratégica, por el realismo cínico de Felipe II... hasta hoy..."

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* sobre la base de la bibliografía ya explícitada en post anterior

[1] Sin embargo, el semiólgo Walter Mignolo apunta que en ese "mundo construido desde el discurso hispánico" en el que se debatía "sobre la naturaleza del amerindio", éste "no tuvo su lugar para dar su opinión" (en "La colonialidad a lo largo y a lo ancho: el hemisferio occidental en el horizonte colonial de la modernidad". En libro: La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas Latinoamericanas. Edgardo Lander (comp.) CLACSO, Buenos Aires, 2000. p. 246)


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