La excelente racha del cine venezolano continúa con esta ópera prima de Claudia Pinto Emperador. Esta brillante coproducción venezolano-española posee la valentía de abordar temas difíciles, la enfermedad y la separación de los seres queridos, con una sensibilidad, alejada del melodrama, y una riqueza de matices sorprendente. La talentosa Claudia Pinto no sólo se revela como una directora con energía, garra y ritmo sino también como sutil guionista. De la distancia más larga se hablará de su interesante retrato de un país, con dos de sus caras más radicalmente opuestas y en perpetuo contraste. Una capital, Caracas (muy próxima a la de Marina Rondón, en Pelo Malo) fría, inquietante, agresiva, avasalladora, y al mismo tiempo, hermosa, dinámica y con el hormigueo y la intensidad que producen 7 millones de personas viviendo en el centro de la ciudad de los techos rojos y su extrarradio. Y por otro lado, la Gran Sabana y el monte Roraima, tan espectacular que parece tocar el cielo y tan vertiginoso que puede producir pavor.También se hablará, sin lugar a dudas, de la excelente interpretación de una de nuestras mejores actrices, Carme Elías, que da literalmente un recital de interpretación. Una actriz sublime, contenida y carismática que consigue que el espectador sienta sus dudas, remordimientos, alegrías o inquietudes, incluso actuando de espaldas. Este papel de una abuela española que regresa a Venezuela, país de su marido, es de lo mejor de una impecable carrera artística.Pero se hablará mucho menos de la sorprendente banda sonora de Vincent Barrière. Este inspirado músico ha tenido el buen gusto de alejarse del folclore tradicional y componer una partitura musical con unos de los instrumentos de música más recientes, el hang. Creado en el año 2000, en la ciudad suiza de Berna por Felix Rohner. Un instrumento de percusión en acero, con aires de gong, gamelan o ghatam, que, con dos melodías principales, acompaña a los protagonistas por este paseo por el paraíso.Y sería una verdadera pena que pasase desapercibida la interpretación de Malena González que, en su pequeño papel en tiempo pero no en intensidad, sabe llevar tan bien los secretos de la familia como la angustia de una situación conflictiva. Una actriz que habrá que seguir muy de cerca, al igual que Alec Whaite.Muchos contarán la historia, desgranarán las peripecias de esta familia dividida, hasta desvelarán algún que otro elemento que sería mejor descubrir en la gran pantalla, yo prefiero comentaros los quince primeros minutos.Como con sólo cinco planos Claudia Pinto sabe describir una ciudad, con cuatro silencios una tensión, con tres miradas el fin de una relación, con dos regalos (unas fotos y unas zapatillas deportivas llegadas por correo de España) la posibilidad de un reencuentro y con un sonido el comienzo de una carrera y el final de una etapa, me dan una tremendas ganas de levantarme e interrumpir la película para abrazar a su directora. Bravo, Claudia, deseo poder hacerlo muy pronto, en tu próxima película, que espero impaciente. Y todos contarán los premios que ha recibido y recibirá la película (Montreal…) y darán su interpretación sobre el evocador y sugerente título. Para mí, sin lugar a dudas, la distancia más larga es la que me separa del cine más próximo para volver a ver este excelente y prometedor debut.