El 13 de septiembre de 2007 se firmó la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas de la ONU, donde Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Estados Unidos, tienen el dudoso honor de ser los únicos países que votaron en contra.
Hace unos meses, un informe elaborado por siete expertos independientes para Naciones Unidas dió la voz de alarma ante el exterminio que están sufriendo los indígenas en el mundo. Trescientos setenta millones de personas, lo que constituye el cinco por ciento de la población mundial y el quince por ciento de personas pobres en el mundo, están en estos momentos en grave peligro de extinción. Estas comunidades ocupan un veinte por ciento de la superficie terrestre y representan la mayor diversidad cultural del planeta. Su extinción supondrá la perdida de más de seis mil lenguas, tradiciones y culturas ancestrales.
“Debido a que esos pueblos han quedado excluidos de los procesos de adopción de decisiones de los marcos normativos de los estados nación en los que viven y que han sido objeto de procesos de dominación y discriminación, se ha considerado que sus culturas son inferiores, primitivas, intrascendentes, algo que debe ser erradicado”, sostiene el informe.
Esta discriminación se percibe también en otros ámbitos como el acceso a la educación, la reducción de la esperanza de vida, la exclusión de los sistemas de salud públicos y su vulnerabilidad ante la existencia de conflictos internos.
La esperanza de vida en los pueblos indígenas es cada vez más corta. En zonas como Australia o Nepal es de 20 años; en Guatemala, de 13 y en Nueva Zelanda, de 11 años. La expropiación de sus tierras, el contagio de enfermedades desconocidas, la marginación, la violación de sus derechos y sus costumbres esta poniendo en grave peligro la vida de miles de indígenas de diferentes puntos del planeta. El estudio revela que los indígenas son más susceptibles de contraer ciertas enfermedades como cáncer, diabetes o tuberculosis, desconocidas para ellos hasta su contacto con la población de los estados donde habitan. El informe destaca el riesgo que supone para la salud de los pueblos indígenas la contaminación generada por el desarrollo incontrolado de los países en los que viven y por los abusos a los que se ven sometidos y que afectan a su estado psicológico. Por ejemplo, los nativos americanos son 600 veces más vulnerables a contraer la tuberculosis y un 62 por ciento más propensos a suicidarse, según las cifras recogidas en el documento. Y en Ecuador, estas comunidades tienen un 30 por ciento más de probabilidades de desarrollar algún tipo de cáncer, mientras que el 50 por ciento de los indígenas del mundo padecen diabetes, según datos del estudio.
“Los pueblos indígenas sufren las injusticias históricas, incluida la colonización, la expropiación de sus tierras, recursos, la opresión, la discriminación y el excesivo control sobre sus formas de vida. Su derecho al desarrollo ha sido negado durante mucho tiempo por los estados coloniales y modernos en pro del crecimiento económico”, señala uno de los autores del estudio.
Países como Malasia, Indonesia, Tailandia, Ruanda, Burundi, República Democrática del Congo o Colombia, no han proporcionado una indemnización económica justa a los indígenas por la expropiación de sus territorios. Se denuncia que en muchos casos se ha violado su desarrollo en pro del crecimiento económico de los estados coloniales y modernos.
Existe recelo por parte de la ONU a denominarlo de una manera tan categórica, tal vez porque la función de Naciones Unidas es poco más que la de redactar informes y declaraciones a los que ningún gobierno hace caso, pero soy de la opinión que lo que se esta cometiendo con los pueblos indígenas del planeta no es otra cosa que un genocidio. El desarrollo económico, la búsqueda de materia primas por parte de las multinacionales, la permisividad y el silencio de los gobiernos locales y del resto del mundo, junto con el pasotismo de todos nosotros, esta a punto de poner el colofón al mayor genocidio de la historia de la humanidad, empezado varios siglos atrás por las potencias colonizadoras.
Nos hemos ido convirtiendo poco a poco en sociedades que tienden a encerrar la Vida en pequeñas estancias destinadas al espectáculo recreativo de los seres que las habitan. Hemos sido capaces de anteponer nuestro desarrollo a la sostenibilidad de nuestros ecosistemas y planeta, y en nuestro afán de mayor bienestar nos hemos olvidado que la Vida no esta sujeta a nuestra existencia, sino todo lo contrario.