Revista Coaching

La divertida historia de un todólogo, WhatsApp y tu efectividad

Por Jofoba @jordifortunybad

El jueves pasado estaba yo en pleno atasco en la entrada de Barcelona. Pacientemente, escuchaba por la radio uno de los programas top de primera hora de la mañana, cuando, en uno de estos típicos carruseles de noticias, comentaron la novedad de que WhatsApp te permitirá crear un chat contigo mismo.

Y yo pensé: ¡anda, qué bien nos va a ir!

Si lees habitualmente este blog ya sabrás por qué pensé eso. De hecho, probablemente tú hayas reaccionado igual.

Pues bien, a lo que iba. Después de dar la noticia dieron paso al «comentario firmado» de este tema por parte de un opinador «todólogo».

Y como no podía ser de otra manera, el hombre se dedicó a echar mierda a diestro y siniestro. Porque es lo que se lleva. No sea que salgamos de estos sitios comunes donde estamos tan bien acomodados.

Que si WhatsApp es el hermano de Instagram y Facebook, que si vete a saber qué hacen con los datos y blablablá. No dijo nada que no hayas oído millones de veces. Perogrulladas del tres al cuarto. Y tod@s asintiendo y aplaudiendo. Qué malo es todo. Qué víctimas somos.

Oye que si es tan malo, desinstálalo. O, directamente, lleva el teléfono a un punto de reciclaje. Iba a decirte que lo tiraras por el retrete, pero mejor no lo hagas, que contamina.

Porque estoy convencido de que el todólogo así lo ha hecho. Es un tío coherente y no usa WhatsApp. Y por supuesto tiene todas sus contraseñas a prueba de hackers, y autenticación doble factor, y de redes sociales, nada de nada. Ni correo electrónico tiene, que también es un peligro.

¿O será de esos que sus contraseñas son del tipo 1234?

Bueno, venga, me vuelvo al tema. En realidad, lo que me cabreó de verdad fue cuando cuestionó que esta feature pudiera afectar a la memoria de las personas.

Claro, tocó «lo mío» y me sentí agredido. Sentí como que lanzaba un torpedo hacia este arduo trabajo diario de convencer a las personas para que cambien de hábitos, y adopten otros más efectivos.

Otra sobresimplificación cuñadil del tipo: «digo algo que parece cierto, pero en verdad no tengo ni idea».

Quizá la fuente autorizada sobre el tema haya sido una abuelita. Esa que nos decía que entrenáramos la memoria, que era importante para llegar lejos, mientras nos ajustaba la bufanda para que no cogiéramos frío.

Amigo todólogo ¿no sabes que intentar gestionar recordatorios con tu cabeza es actualmente uno de los principales motivos de estrés y ansiedad?

¿No sabes que las personas tenemos una «memoria de trabajo» con una capacidad para gestionar recordatorios muy limitada?

¿No sabes que la neurociencia ha demostrado que no podemos retener en esta memoria de trabajo más de 7-9 cosas?

¿Y no sabes tampoco qué una buena práctica para quitarnos este estrés, es apuntarlo rápidamente en algún sitio que tengamos a mano?

Así que una muy buena solución para ello es mandarte una nota a este chat de WhatsApp contigo mism@. Por eso pensé que era una buena noticia.

Estoy en una reunión y me viene un flash de que tengo que comprar arroz: lo anoto en el WhatsApp. Me recomiendan una peli: lo anoto en el WhatsApp. Me llaman y me dan una referencia de algo: lo anoto en el WhatsApp. Práctico ¿no?

¿Qué puede pasar? ¿Que el CNI o la NSA sepan que necesito arroz? ¿Qué me aparezcan popups con ofertas de arroz?

¿Esto es motivo suficiente para trolear a la gente?

Si no te gusta WhatsApp —a mí, por cierto, no me gusta— recomienda que usen otra aplicación.

Pero no cueles gato por liebre. No te inventes que esta práctica/feature va a afectar la retentiva de la humanidad solo para que tu speech quede más apocalíptico y sensacionalista.

O si en realidad te preocupa que la gente entrene la memoria, recomiéndales una buena práctica para ello, por ejemplo que memoricen las tablas de multiplicar. Pero que no jueguen con el arroz. Que sí se les olvida, van a tener bronca familiar a la hora de cenar.

Pero bueno, tú no te preocupes. Si se te ha olvidado el arroz, siempre puedes excusarte con que un todólogo ha dicho por la radio que apuntártelo es malo. Aun así, siempre podrás demostrar lo brillante que es tu memoria recitando las tablas de multiplicar, a ver si con eso se alimentan.

Gracias, todólogo, por aprovechar tu púlpito privilegiado para restar. Y hacernos un poco más infelices.

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