La División Azul llega a Alemania.
Camaradas,
La División Azul ha completado su viaje en ferrocarril hasta Alemania, donde iniciará un periodo de instrucción y equipamiento antes de partir para el Frente Este. Siguiendo el plan establecido, las expediciones de la División han llegado escalonadamente, de tres en tres, a partir del 17 de julio (el primer tren del día arribaba a las seis de la madrugada, el segundo a las ocho y el tercero a las tres de la tarde), y hoy 23 de julio ha llegado el último convoy. Todas las expediciones han sido recibidas de forma muy parecida. Cuando el tren llegaba a la estación, el primero en bajar era el jefe del batallón, quien informaba de las incidencias a los jefes que aguardaban en el largo andén. Acto seguido, ordenaba que se apease la tropa que, con la manta en bandolera y el macuto al costado, formaba y era revistada por el coronel jefe del regimiento al que la expedición pertenecía. A continuación, los recién llegados marchaban a pie al campamento, a veces desfilando al son de la música que interpretaba la banda militar alemana. La moral es alta y hay alegría general entre hombres jóvenes con un fuerte componente ideológico. Se ha dado la curiosa situación de polizones infiltrados en los trenes; hombres menores de edad o demasiado mayores para ser aceptados, que aún así han elegido unirse a los divisionarios.
La Wehrmacht da la bienvenida a una expedición de la División Azul.
La población civil alemana saluda a los divisionarios.
Durante todo el trayecto, el pueblo ha aclamado a la expedición española con entusiasmo, expresándolo en forma de vítores y agasajos continuos en los que tomaban parte cuantas personas presenciaban el paso del convoy, solicitando a los oficiales y soldados autógrafos, gorros y boinas como recuerdo. De entre todas las localidades del trayecto, ha sido la capital de Baden, Karlsruhe, la que se ha llevado la palma en cuanto a atenciones prodigadas y muestras de entusiasmo popular. Al parecer, las autoridades han tenido que prohibir el acceso a la estación a cerca de “diez a doce mil” personas. Además, habían sido vendidos más de 8.000 billetes de andén, por lo que, finalmente, la policía ha debido intervenir. No hay ni un solo informe de los emitidos por los jefes de expediciones que no haga mención al excelente trato recibido por parte de la población civil alemana. Nada parece contradecir la sensación de que tales manifestaciones han nacido de la espontaneidad de una colectividad agradecida.
Soldados de la Wehrmacht saludan a los españoles.
Un par de alemanes muestran interés en la bandera de la Falange.
Parada del tren en Alemania para almorzar.
Un soldado alemán observa las medallas de un divisionario español de 19 años, veterano de la Guerra Civil.
Un campamento militar instalado al lado del pueblecito bávaro de Grafenwöhr, a pocos kilómetros de Nüremberg, es el centro asignado por el mando alemán para la instrucción de la División Azul. Se trata de uno de los mejores de Alemania. Un inmenso recinto de unos 70 u 80 kilómetros de perímetro rodeado de bosque que dispone de teatro y cine, campos de deporte, un lago y grandes campos de tiro. Oficiales y tropa quedan instalados en pabellones diseminados, de dos plantas. Los de oficiales albergan a 12 hombres, en cómodas habitaciones individuales, y en los de la tropa, cada habitación acoge a otros tantos soldados en literas de dos plazas, con una amplia mesa en torno a la cual pueden sentarse todos ellos. Está comunicado con el exterior, además de por carretera, por la estación de ferrocarril del pueblo. Aquél es es punto de llegada de las expediciones militares, y donde, ya soldados, sus miembros parten rumbo al frente.
Una expedición de divisionarios llega al campamento de Grafenwöhr. En primer plano, piezas de artillería antitanque.
Los divisionarios examinan entusiasmados el material alemán.
Uniforme de un guardia civil de la División Azul en el que se distingue la bandera española sobre casco y brazo, además de la banda y collar de la Feldgendarmerie (policía militar) de la que forma parte.
Acantonamiento de la División Azul en Grafenwöhr.
Días antes de que la primera expedición llegara, el lunes 14 de julio, llegaron a Grafenwöhr las primeras piezas de artillería. Ha sido el punto de inicio de la entrega del material alemán pactado, que ha seguido llegando a diario, y no cesará hasta que la División Azul se encuentre plenamente equipada. Una semana después, cuando aún no había llegado la última expedición, comenzó el equipamiento de los divisionarios con el uniforme, armamento y material del Ejército Alemán; un total de 52 elementos con los que muchos españoles, acostumbrados a equipamientos más prosaicos, se han visto desbordados. El único distintivo diferenciador respecto a los alemanes es una pequeña pegatina con los colores nacionales adherida al casco y un escudo de seda, también rojo y gualda, sobre el brazo derecho.
Es lebe die Blaue Division!¡Arriba España!