Hay compañeros en Izquierda Unida que, de buena o mala fe, pretenden imponer un purismo ideológico –absolutamente idílico— a una posible unión en lo fundamental para afrontar con ciertas garantías la defensa de los derechos fundamentales y poder confrontarse con nuestros verdaderos oponentes, la derecha.
Reconozco que en eso la derecha lo hace mucho mejor. En su seno se encuentra gente de extrema derecha y sin embargo son capaces de navegar juntos con el fin de conseguir los intereses que persiguen. ¿Por qué no ocurre lo mismo a la izquierda del PSOE?
Somos tan puristas que una sola coma de diferencia en nuestros planteamientos es capaz de hacer que surjan divisiones. Fijémonos en lo que ha ocurrido en las elecciones últimas de Galicia y de Euskadi.
En Galicia, la división del Bloque Gallego en tres ha hecho que, a pesar de que el cómputo de los votos totales entre las dos organizaciones a la izquierda del PSOE que han conseguido escaños, sea superior al que tiene ese partido, hayan obtenido menos diputados. Con los votos de AGE-IU y del BG juntos, hoy esta formación habría alcanzado tres diputados más, quitando dos al PP y uno al PSG, y sería la segunda fuerza en el Parlamento gallego por delante de los socialistas. Aunque en este caso, IU haya conseguido entrar por la puerta abierta por Beiras, de forma muy importante en el parlamento gallego (nueve diputados).
Por cierto, en Euskadi la ley D`Hondt y la distribución provincial de los diputados hace que con 9000 votos más Ezker Anitza-IU que UPyD, no obtenga representación y la formación de Rosa Díez consiga un diputado en Álava. No sé qué dirá la reina del oportunismo sobre este asunto, ya que siempre se queja de que la ley electoral a quien más le castiga es a su partido.
Siguiendo con el análisis en Euskadi, la izquierda abertzale consigue gozar de una amplísima mayoría en la izquierda vasca, el hecho de que Ezker Anitza-IU, EB-B y Equo no se hayan presentado juntas ha conseguido que el fracaso sea total. Si estas tres formaciones, a la izquierda del PSE, hubieran ido juntas a las elecciones, se habrían obtenido cuatro diputados (hoy ninguno), a costa de un diputado del PNV en Guipúzcoa, uno de HB-Bildu en Vizcaya, y dos en Álava (uno del PSE y otro de UPyD). ¿No vale la pena reflexionar y buscar acuerdos entre nosotros? ¿Por qué ese empeño cainita en lanzarnos piedras y desperdiciar ocasiones de hacernos fuertes para parar a la derecha?
La gente no quiere saber de matices, quiere que la izquierda verdadera, la que tiene alternativas a la crisis se una, dejen de hacer pendejadas y busquen los puntos de encuentros que nos haga fuertes y que nos permita luchar contra las políticas neoliberales defendidas por el PP y por el PSOE. Todo lo demás son excusas insuficientes y, en muchas ocasiones, un exceso de purismo o de decisiones egoístas para mantener la cabeza del chiringuito.
Lo grave es que son muchos años y siempre ocurre igual. Está claro que el hombre es el animal que tropieza dos veces en la misma piedra, y si ese hombre o mujer es de la izquierda alternativa lo hace constantemente.
Podemos ser como los seres unicelulares y dividirnos infinitamente, y como conclusión conseguir hacer de nuestra fuerza, infinitas debilidades. Eso es lo que viene ocurriendo en Euskadi (y no sólo allí), donde en vez de sumar se ha dividido y ahí quedan los resultados.
Es verdad que esta unión no cambiaría el gobierno, pero sí que haría que tuviéramos una fuerza importante en Ajuria Enea para tratar de combatir las políticas que se están imponiendo desde la derecha. Sin embargo, nos encontramos con cuatro años por delante, fuera de la institución parlamentaria, invisibilizados y cruzando de nuevo el desierto para arribar quien sabe a qué puerto. ¿Aprenderemos alguna vez? ¿Seremos capaces, en algún momento, de fijarnos en lo que nos une y sobreponerlo a lo que nos separa?
Salud y República