Renovarse o morir. Sin duda, uno de los refranes más conocidos y, probablemente, ciertos. Algo que se hace más que palpable en un negocio como es la música. Premisa que parece se ha tomado muy en serio Taylor Swift. Ella misma nos cantaba en su single “Look What You Made Me Do” que esa joven de pelo rizado y guitarra en mano había muerto. Pero, ¿hasta que punto ha acabado con ella?
Nadie puede negar que su sexto y recién estrenado álbum marca un punto en su carrera. Por primera vez, la estadounidense se relame de ser de lo que muchos le han acusado: una víbora. Ya no se presenta como una víctima, sino como la mala de la película. Precisamente, “Look What You Made Me Do” es toda una declaración de intenciones: ella no se detendrá ante nadie, se llame Katy Perry, Kanye West o Calvin Harris.
Una actitud presente en buena parte del disco y que viene acompañada de un giro hacia ritmos más urbanos. Es el caso de “Ready for It?“, uno de los temas más potentes, o “I Did Something Bad”, donde dispara una y otra vez a una de sus grandes enemigas, Katy Perry .
Sin embargo, el peso del sonido industrial de “reputation”no acaba de actuar como golpe de gracia sobre la antigua Taylor. Y es que en la segunda mitad del álbum parece que la clásica dulzura de la autora de “Shake it off” vuelve a resurgir. Con la ayuda de Jack Antonoff (Bleachers/ fun), Swift parece recuperar la amabilidad perdida. Ritmos ahijados a su anterior trabajo, 1989, aparecen en canciones como “Gateway Car” o “Gorgeous“, en la que nos muestra que ella también puede sufrir.
Pero no nos dejemos engañar. La repentina alegría musical contrasta con la letra de muchas canciones. Y es que el veneno aflora en cada verso de la simpática” This Is Why We Can’t Have Nice Things”, puya directa a Kanye West, o de “Dancing with Our Hands Tied”, en la que habla de un amor secreto, probablemente a espaldas de Calvin Harris.
Ahí es donde reside el encanto y, como no, el engaño al que nos somete Taylor Swift en “reputation”. Su versión de niña buena no está enterrada, ya que musicalmente convive con la serpiente que lleva dentro y que reluce como nunca. Y es que, la primera no es más que un maquillaje que se quita y pone para dejar ver, orgullosa, su piel escamosa.
Es cierto, la vieja Taylor no está del todo muerta. Lo que sí que lo está es su reputación, algo que sabe y que vende como nadie.