Revista Religión

La doctrina de Dios

Por Proferay

Leamos el pasaje que se encuentra en Juan 7:14-19, luego los espero para reflexionar juntos.

Mas a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba.

Y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado?

Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.

El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta.

El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia.

¿No os dio Moisés la ley, y ninguno de vosotros cumple la ley?

Los judíos se maravillaban, ya que Jesús no se inscribió en ningún seminario misionero, ni tenía tampoco credencial de fariseo, ni contaba con el aval de ninguna institución evangélica ni entidad sin fines de lucro de la época.

La respuesta de Jesús es más interesante aún: “Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió”.

En otras palabras, quiso decir: “No estoy inventando nada, ni interpretando las cosas a mi manera, sino que sólo les acerco lo que Dios me ha dicho. El mensaje puro y directo de Dios. Quien lo quiera oir, que lo oiga. Quien desee cerrar sus oídos, libre es de hacerlo. No hay palabras infladas, ni exagerados mensajes motivacionales, ni emocionantes historias novelescas, ni dramatizaciones en el tono de mi voz para enfatizar conceptos o atraer su atención. Dios dijo lo que dijo, y sólo estoy aquí para transmitirlo a oídos humanos y cumplir con una misión que ya estaba planificada por Él desde la fundación del mundo”.

“El que habla por su cuenta, su propia gloria busca”. Quien inventa mensajes que Dios no expresa en la biblia, quien pretende hacer decir a la biblia lo que no está escrito, quien interpreta erróneamente el mensaje de Dios, su propia gloria busca.

¿Quién es el verdadero?

Jesús lo dice: “el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia”.

Finalmente cierra sus palabras con una acusación implícita en su pregunta dirigida a la hipocresía de los religiosos: “¿No les dio Moisés una ley para cumplir y ninguno lo hace?”.

Hay algo en que poco imitamos a nuestro Señor. Él se apartaba a orar. Muchas veces lo hacía durante toda la noche y amanecía orando. ¿Qué hacía? Mantenía una relación íntima con Dios. Quería estar seguro de lo que debía decir o hacer al día siguiente. Quería contar con el apoyo de Dios para cada palabra, pensamiento y hecho que surgiera en su caminar.

Un ejemplo difícil de seguir, pero no imposible !

Que el Señor les bendiga.


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