Revista Religión
Por JasonDulle - Hay cuatro pasajes en el Antiguo Testamento que hablan de Diosvisitando la iniquidad de los padres hasta la tercera y cuarta generación deaquellos que lo odian. Estos son: Éxodo 20:5; 34:7; Números 14:8; Deuteronomio5:9.
Deuteronomio5:9 es probablemente el más familiar:
“No teinclinarás a ellas ni las servirás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte,celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera ycuarta generación de los que me aborrecen”.
Muchosinterpretan estos pasajes para enseñar las “maldiciones generacionales”:maldiciones en los hijos que resultan de los pecados de sus padres. Hay“ministerios” enteros dedicados a ayudar a la gente a liberar sus vidas deestas maldiciones generacionales, y se dice que se pueden tener muchas de estassin saberlo o tener un claro conocimiento. ¿Es éste el punto del pasaje?¿Realmente comunica la idea de que Dios castiga a los hijos por los pecados desus padres? Pienso que no. El contexto lo aclara ampliamente. VeamosDeuteronomio 5:9-10 como un ejemplo:
“No teinclinarás a ellas ni las servirás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte,celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera ycuarta generación de los que me aborrecen, y que hago misericordia a millares,a los que me aman y guardan mis mandamientos”.
Mientrasque la ira de Dios visitaría a la tercera y cuarta generación de aquellos queodian a Dios, su misericordia visitaría a miles de generaciones de los que amana Dios. Note el contraste. El punto de este pasaje no es el de comunicar elnúmero de generaciones que serán benditas contra el número que serán malditas,sino más bien comunicar que la misericordia de Dios excede por muchísimo a lade su ira. ¡Irónicamente hemos usado estos pasajes para acentuar la severidadde la ira de Dios sobre su misericordia!
No sugieroque esta observación aclare por sí sola la dificultad de este verso, ya que elpunto todavía parece establecer que el inocente podría ser castigado por lospecados de sus padres. Por lo tanto, me gustaría hacer unas observaciones más,que sirven para tratar de desarrollar mejor esta noción, así como su aplicacióna las “maldiciones generacionales” como es a menudo enseñado hoy.
Primero,note que las maldiciones están sobre aquellos que odian a Dios. No es paraaquellos que aman a Dios pero que cometen algunos errores en la vida. Sinembargo, uno podría sostener que su padre o su abuelo podrían haber odiado aDios. Esto es irrelevante, pero me trae a mi siguiente punto.
Siutilizamos una interpretación híper-literalista de este pasaje, tenemos que siel Señor es clemente para miles de generaciones que provienen de padres queamaron a Dios, entonces todo lo que sería necesario para nosotros a fin de queestemos en “la misericordia” más bien que en la categoría “maldita”, seríaencontrar a un pariente en las últimas mil o más generaciones que haya amado yobedecido al Señor. ¿No es probable que tengamos al menos a un parientedistante en las 1000 últimas generaciones que haya amado al Señor y hayaguardado sus mandamientos? La probabilidad estadística es que seguramente lotenemos. Y si lo tenemos, entonces somos parte de las 1000 generaciones con lasque el Señor prometió ser clemente, no malditos.
El tercer puntopara considerar, es que el texto bíblico dice que Dios es el agente activodetrás de estas maldiciones. Esto difiere con la mayor parte de lasinterpretaciones de estos pasajes, en las cuales es asumido que Dios no nosquiere maldecidos. Mientras que la interpretación común asume que el origen dela maldición es Satanás, o hasta el hombre mismo, el texto es claro en que elorigen de la maldición es Dios. ¿Por qué rompería Dios una maldición que esresponsable de dar? Después de todo, Él no habría dicho que iba a maldecir a la tercera y cuarta generaciones, si Él noquisiera que la tercera y cuarta generaciones de los pecadores fueranmaldecidas. Invocar la ayuda de Dios en la ruptura de su maldición, es pedir a Diospor una voluntad diferente a la que Él expresamente desea. Esto escontradictorio y absurdo, y mina a todos aquellos “ministerios” que intentanromper maldiciones generacionales, ya que serían encontradas luchando contraDios.
En cuartolugar, los datos empíricos contradicen la idea de que los hijos pagan por lospecados de sus padres hasta la tercera y cuarta generación, y que los hijos sondestinados para repetir los pecados de sus padres. Considere a David. Davidmató a un hombre y cometió adulterio, pero no leemos que Salomón haya hecho lomismo. El resultado de sus vidas era completamente diferente. O considere a losreyes de Judá. ¡El rey Ezequías fue el rey más justo de Judá después de David(2. Reyes 18:4), pero su hijo Manasés fue el más malo! ¡Sin embargo, Josías, elnieto de Manasés, fue un rey justo que trajo un renacimiento del Yahwismo a latierra! ¿Qué pasó con las misericordias que Dios prometió mostrar en laprogenie de Ezequías para miles de generaciones? ¿Qué pasó con la maldición deManasés para la 3a y 4a generación? Ellas no existen, y estos hechos deberíanllevarnos a concluir que Deuteronomio 5:9 (y otros textos) no trata sobrelímites de tiempo en las misericordias y maldiciones de Dios, sino sobre lagrandeza de la misericordia de Dios en contraste con su ira.
El quintopunto para considerar es la declaración de Jesús en Juan 9:2. Después de ver aun hombre ciego de nacimiento, los discípulos le preguntaron a Jesús, “¿quiénpecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?” Respondió Jesús: “No esque pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten enél”. Al contrario de la creencia de los discípulos, este ciego no estabapagando por los pecados de sus antepasados. De hecho, su enfermedad no teníarelación con el pecado. Era para la gloria de Dios.
Finalmente,Ezequiel 18:1-4 responde a la idea de que Dios castiga a los hijos por lospecados de los padres:
“Vino a mípalabra de Jehová, diciendo: ¿Qué pensáis vosotros, los que usáis este refránsobre la tierra de Israel, que dice: Los padres comieron las uvas agrias, y losdientes de los hijos tienen la dentera? Vivo yo, dice Jehová el Señor, quenunca más tendréis por qué usar este refrán en Israel. He aquí que todas las almas son mías; como elalma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá”.
En losversos que siguen, Ezequiel amplía esta idea con mucho más detalle, declarandointencionadamente que si el hijo de un mal hombre no repite los pecados de supadre (lo que contradice la interpretación de los pasajes de las “maldicionesgeneracionales” de que los hijos están destinados para repetir los pecados desus padres) él no será castigado, sino sólo el padre. El mismo corolario vapara el hijo de un hombre justo que comete el mal. El padre será bendito, peroel hijo será castigado. Ezequiel resumió la materia proclamando:
“El almaque pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padrellevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedaddel impío será sobre él” (Ezequiel 18:20).
En la luzde tan clara enseñanza acerca de la responsabilidad personal por el pecado, cualquier interpretación deDeuteronomio 5:9 y de otros pasajes que se rinden a una noción contraria,necesitan ser reconsiderados.
Muchosentienden estos pasajes como si se refirieran al ciclo de patrones decomportamiento negativos influidos psicológicamente y socialmente, que tiendena ser repetidos de una generación a la siguiente (p.ej. alcoholismo, abusoconyugal, cólera incontrolada). Según esta interpretación, la educación dealguien, no Dios, es el responsable de la maldición.
Pero noteque este entendimiento de las maldiciones generacionales no tiene nada que vercon Dios. Mientras que es verdad que la tendencia humana es que los hijosrepitan los pecados de sus padres, esto no es debido a que Dios los hamaldecido de modo que ellos debieran repetir los mismos pecados. No hay nadasobrenatural en ello. Este es un fenómeno de la naturaleza humana. Aprendemosdel ejemplo y de la influencia. Tendemos a hacer lo que hemos aprendido a hacerpor el ejemplo de otros. No necesitamos un versículo de la Biblia para explicareste fenómeno social. Sin embargo, la Escritura afirma que la maldición essobrenatural en naturaleza; es atribuida a la actividad de Dios.
Reconocemosque los malos comportamientos que aprendimos de nuestros padres no deberían serrepetidos, y en efecto no tienen que ser repetidos. Por eso tratamos de ayudara la gente a cambiarlos. Sin embargo, esta tarea sólo es posible si lainterpretación sicológica-sociológica de estos pasajes es la interpretaciónincorrecta. Los “ministerios” que ayudan a la gente a liberarse de las“maldiciones generacionales” de malos modelos de comportamiento, son la mejorprueba de que los malos modelos de comportamiento no son la maldición de la quelas Escrituras hablan. Entonces ¡Irónicamente el mismo éxito de estos“ministerios” que rompen maldiciones, sirve para invalidar su entera baseteológica!
Aquellosque permanecen escépticos ante lo que expongo, deben considerar a Cristo. Jesúsllevó nuestras maldiciones siendo hecho una maldición por nosotros, ya que estáescrito, “Maldito todo el que es colgado en un madero” (Gálatas 3:13). Siexiste realmente tal cosa como una maldición generacional, esa maldición sobrenuestra vida habría sido rota por Cristo. En Cristo recibimos la misericordiade Dios, no una maldición. Tenemos la victoria en Cristo Jesús.
Publicadopor Julio César Clavijo SierraFuentes: Jesús,El Único Dios