La Dominga es una abuela. Una de esas que cocinan de muerte, cuyas cazuelas huelen de maravilla. Entre sus faldas, han aprendido a cocinar múltiples chefs. La Dominga, además de la abuela de Pedro, es una acogedora taberna de Malasaña en la que se cocina como antaño con los sabores de ahora. La curiosidad se combina con el amor por los fogones y logran unas recetas sencillas, caseras e inolvidables. Y así, en el barrio más moderno, lo tradicional se hace tendencia.
Micaela Geminiani y Pedro Natale son el espíritu de La Dominga. En un homenaje a sus abuelas, que les metieron en la sangre el gusanillo de las sartenes, su cocina es tradicional, auténtica pero cosmopolita a la vez. “No queremos ser lo que no somos ni vender motos”, me cuenta Micaela. Y hace solo dos meses, han incorporado a su cocina a Diego Couto, que aporta, según ellos, un toque mayor de modernidad gracias a su formación en técnicas orientales.
La combinación responde a su formación, en restaurantes como Kabuki Wellington o el Celler de Can Roca, y a la curiosidad insaciable de la cocinera, que convierte en croqueta todo lo que encuentra y se pirra por combinar especias. Así, no paran de sacar tatakis de atún de la cocina pero, quitando lo más demandado, no sabes lo que vas a encontrar en la carta.
“Yo tampoco lo se”, reconoce Micaela porque depende de lo que encuentre en el mercado de Vallehermoso, de los productores locales que sirven de proveedores y de su inspiración diaria. Albondigas de ciervo, pan bao con salmón y hierbas frescas, croquetas de pollo de corral, ensalada de pollo especiado con mousse de aguacate, saquitos de pera y queso, tartar de ternera de Ávila con trufa blanca o presa ibérica con salsa kimuchi.
“Siempre hay algo distinto en la carta porque me aburro todo el rato”, explica Micaela, que aprovecha los fuera de carta para experimentar con sabores diferentes. Excepto con las setas y las trufas, que tiene en su despensa todo el año porque hace acopio en temporada para que no le falten.
Si el comedor es potente, la barra no le va a la zaga. Los vinos de pequeñas denominaciones de origen acompañan al trasiego de las tapas, que se acompañan también de buenos vermús. Y entre semana, el menú del día mantiene todas las mesas llenas por un precio muy módico.
Pero como Micaela se aburre, se deja también las cejas en un puesto del mercado de Vallehermoso donde venden productos argentinas y empanadas gourmet con mezclas tan dispares como jamón glaseado con piña y queso ahumado, chorizo con queso de tetilla, pollo de corral con kimchi y más. Son tan deliciosas que su foodtruck en Madreat, Graciana, vende hasta 2000 empanadas en cada edición en la que concurren.
Amor por la cocina bien hecha y una curiosidad extrema hacen de la Dominga un sitio imprescindible en Malasaña.
Los datos. La Dominga. Calle Espíritu Santo, 15. 915 233 809. Horario: lunes y martes, de 13 a 17h y de 20 a 00h. De miércoles a domimgo, de 13 a 01h. Precio medio: 25€. Más información y reservas en su web.
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