Revista Opinión

La dramática decadencia del socialismo español

Publicado el 05 septiembre 2011 por Franky
La dramática decadencia del socialismo español En Estados Unidos dicen que en España ya gobierna Rajoy, una exageración, sin duda, pero que revela algo indudable: que el PSOE de Zapatero ofrece un encefalograma casi plano y apesta a cadáver.

El imperio socialista se está derrumbando a marchas forzadas y está perdiendo todos aquellos rasgos que le hicieron un partido ganador. Ya ni siquiera es capaz de exhibir su sorprendente facilidad para lograr acuerdos con casi todas las formaciones políticas del arco parlamentario español, con los sindicatos, con los grandes empresarios y hasta con organizaciones clandestinas y delictivas como ETA, mientras el Partido Popular, que durante años se ha encontrado aislado y sin capacidad para hacer lo mismo, gana amigos y ve como se le abren las puertas del poder.

Los socialistas han "vendido" su capacidad para hacer amigos como un valor político, como el resultado del diálogo, pero en realidad es todo lo contrario: el PSOE ha sido capaz de pactar con todos porque ha carecido de principios sólidos y ha preferido la estrategia a las ideas y los valores.

Los socialistas se declaran amigos de las víctimas del terrorismo, pero las humillan cuando legitiman a ETA e incorporan a los terroristas al sistema democrático, sin arrepentimiento, sin abandonar las armas; dicen que son demócratas, pero pueden llegar a acuerdos con todo tipo de organizaciones totalitarias, como los comunistas españoles, dominadores de IU, y con la ETA armada; se declaran españoles, pero mantienen estrechas relaciones y pactos de amistad con partidos nacionalistas radicales, antiespañoles e independentistas; se declaran socialistas, pero sus mejores amigos son los grandes capitalistas y empresarios españoles, con Emilio Botín a la cabeza.

El PSOE es un sorprendente e inquietante nido de contradicciones. Dicen que respetan el Estado de Derecho, pero escupen sobre la separación de poderes y controlan la Justicia al nombrar jueces y magistrados o al poner a la Fiscalía al servicio del gobierno; se declaran amigos de los débiles y necesitados, pero han hecho pagar la terrible factura de la crisis a las clases más humildes y desposeídas de España; alardean de su política social, pero el de Zapatero es el gobierno que ha destruido más políticas sociales en menos tiempo, desde la Guerra Civil; se autoproclaman "progresistas", pero han creado una sociedad que retrocede en casi todos los ámbitos: en el trabajo, con cinco millones de desempleados, en la prosperidad, con más de diez millones de pobres, en la democracia, con millones de ciudadanos decepcionados con el sistema, en la política, con media España insatisfecha con el liderazgo, y con la limpieza, creando una sociedad tan corrupta que ha sobrepasado a todas las de Europa y se compara ya con las más sucias y vergonzantes del Tercer Mundo.

He leído o escuchado a muchos pensadores de altura afirmar que cuando un partido puede pactar con todos no es digno de confianza porque carece de principios. Lo decía con especial insistencia Sandro Pertini, fallecido presidente de Italia. Es cierto que él se refería, cuando lo dijo, a la Democracia Cristiana italiana y quizás también al socialismo de Betino Craxi, partidos expertos en gobiernos polícromos y multipolares, pero el PSOE español de Zapatero se parece a esos dos partidos italianos como dos gotas de agua.

De todas las contradicciones y renuncias del socialismo español, quizás el capítulo más lamentable y sucio sea la facilidad que demuestra para sellar pactos "contra natura" con partidos situados, teóricamente, en las antípodas ideológicas. El PSOE ha pactado con independentistas, nacionalistas radicales, amigos del terrorismo, sindicatos corruptos y antiobreros y múltiples partidos de la derecha española. Y esos pactos, ideológicamente imposibles, sólo son posibles porque el PSOE ha sucumbido siempre a la tentación del poder, ha renunciado a las ideas y a los principios y ha abrazado la permanencia en el gobierno como la única y gran ideología del partido.

El pretendido "progresismo" socialista es un inmenso fraude, pues no se puede ser progresista cuando, al mismo tiempo, se cultivan "comportamientos" como la corrupción, la protección de los que, desde sus filas, violan las leyes, presentando imputados como candidatos, destruyendo la prosperidad, empobreciendo a los españoles y generando un profundo rechazo hacia la clase política y hasta a la democracia.

Dicen que han abandonado el marxismo, pero no tienen dificultad alguna para entenderse y colaborar con los marxistas totalitarios españoles, con los que querían pactar para conservar parcelas de poder como Extremadura, la ciudad de Sevilla, donde el candidato comunista a las elecciones,Torrijos, era un imputado por la Justicia, y en otros lugares, siempre para mantenerse en el poder, único gran "valor" del socialismo español configurado por Zapatero y Rubalcaba.

La última gran decepción del socialismo español ha sido la elección de Rubalcaba como candidato. Después del fracaso del Zapaterismo, el PSOE necesitaba un candidato limpio, ajeno a los fracasos y que no hubiera tenido participación alguna en la ruina de España, pero Zapatero eligió como sucesor a su principal cómplice, condenando así al partido a una derrota que probablemente será cruenta y dramática.

Ante el espectáculo aterrador de un socialismo español que ha abandonado al pueblo y que aplica las recetas que le exigen los ricos del planeta, los ciudadanos españoles decentes, conscientes y responsables miran hacia la derecha, para buscar en ese espacio una alternativa de gobierno esperanzadora, pero allí sólo encuentran un partido que se financia de forma parecida al PSOE, que convive fácilmente con la corrupción y que tiene una idéntica concepción de la democracia, a la que ha abandonado para abrazar la partitocracia más radical, sin ciudadanos, con el concepto de la "representatividad" hipertrofiado y exigiendo a los votantes un impresentable "cheque en blanco" que les permita hacer lo que quieran durante la etapa de gobierno.

España, realmente, se encuentra en una terrible encrucijada sin esperanza y, en manos de políticos sin alma y sin valores, parece abandonada por sus socios, por los mercados, por la suerte y hasta por la misma Providencia.



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