Entre sus modelos clásicos e imperecederos, aquellos guitarristas que se decantan por una de las mayores firmas del mundo siempre tienen dudas. Y no es para menos. Con músicos de la talla de Jimmy Page o Eric Clapton entre sus filas, las Fender Stratocaster y Telecaster son hitos de su tiempo que permanecerán en el futuro. Pero, ¿cuáles son sus diferencias? Y, sobre todo, ¿por qué y cómo decantarse por un modelo u otro?
Una misma firma, dos mundos diferentes
Muchos conocen de primera mano la incertidumbre que suscita elegir guitarra. Y es que la decisión no sólo se enfrenta a la dicotomía entre la técnica y la estética. Además, el mercado musical nos ofrece un vastísimo abanico del que escoger. Razón por la que la duda acrece cuando se trata de decantarse por instrumentos con mucha similitud, pero también una gran diferencia. Algo que sucede con las firmas más consolidadas.
En el irrevocable podio de las marcas más populares, Fender cuenta con algunas de las guitarras más vendidas de toda la historia. Fundada en los ’40 por Leo Fender, todo un sello de emprendimiento y calidad, algunos de sus modelos son ya una leyenda. Y, entre su sublime catálogo, elegir stratocaster o telecaster se convierte en una tarea francamente ardua. Dos modelos a priori muy parecidos pero cada uno de ellos único.
Fender Telecaster: sentando las bases de la guitarra eléctrica
Entre 1951 y 1952, tras lanzar al mercado su primera guitarra, la Fender Squire, la firma trabajó un modelo que buscaba mejorar el anterior. Y lo consiguió. Con la Telecaster, el mercado dispuso de una guitarra de producción asequible, fácilmente montable y reparable. Definida como un tablón macizo por su forma simple y efectiva, la Telecaster ganó muchos adeptos, abriéndose paso entre los guitarristas rítmicos por sus rasgos.
Su cuerpo cuadrado y plano, cuyo peso resulta algo incómodo para algunos, no ha sido impedimento alguno para músicos como Muddy Waters, Jimmy Page, Keith Richards o Bruce Springsteen. Gracias a su mejor adaptación a la digitación y el picking, siendo la guitarra preferente de géneros como el blues, el country o el rock clásico. Con un sonido clásico y limpio que coquetea también con el folk, el soul e incluso el reggae.
Respecto a su predecesora, el primer detalle que ofrece a nivel técnico la Telecaster es la inclusión de dos pastillas single coil o de bobina simple. En su momento, sacando provecho del hueco en el cuerpo de la Squire que permitió añadir una segunda pastilla. Respecto a su configuración, con tres posiciones de pastilla para un espectro de tono justo, suficiente y que, con juego, también admite ensuciar o crispar un poco el sonido.
Fender Stratocaster: la guitarra más imitada del mundo
A rebufo de la Telecaster, Fender diseño entre 1952 y 1954 esta imperecedera guitarra que ostenta el título de la más imitada de la historia. Creada bajo la supervisión de los guitarristas que contribuyeron a sus mejoras, la Fender Stratocaster está pensada para adaptarse a cualquier músico. Cómoda y de fácil manejo, amplió su versatilidad tonal permitiendo que prácticamente cualquier género puede dar en ella con su sonido propio.
Ideal para tocar con púa o hacer tapping, su popularidad se abandera bajo nombres de la talla de Jimi Hendrix, Ritchie Blackmore, David Gilmour o Eric Clapton. Aunque en su acepción más clásica, el rock, el pop y el jazz son sus géneros más identificativos, la realidad es que la Stratocaster explota su potencial en cualquier estilo. Desde el indie más onírico y reverberado hasta la aspereza más cortante del metal o el punk.
Solventando la manejabilidad de la Telecaster, la Fender Stratocaster goza de un cuerpo contorneado y más ligero, al que se añade un puente tremolo para vibrato. Ampliando su mayor versatilidad sonora, además de dejar atrás el cuerpo fijo de la Telecaster, con tres o cuatro pastillas single coil. Ajustables en hasta cinco posiciones, cumpliendo con las exigencias de aquellos guitarristas que desean explorar en lo posible su sonido.
Conclusiones
En el fondo, limitar el uso de una guitarra u otra al estilo o género al que aparentemente pertenece es poner fronteras a la creatividad. Si bien sus divergencias esclarecen las dudas para la elección, el alma de una guitarra es un elemento que se comparte y se completa con la pasión, la agudeza y la curiosidad de su intérprete. Entre la Stratocaster y la Telecaster, ofreciendo múltiples posibilidades a considerar con tiempo suficiente.
Por supuesto, lo más indicado es decantarse por aquella que encaje bien con el sonido que queremos explorar. Siempre buscando asesoría profesional y, sobre todo, probando ambas guitarras hasta dar con aquella que mejor se adapte a nuestro modo de tocar, pero también a nuestras expectativas. Porque el vínculo entre instrumento y músico, además de una maravillosa sinergia, es lo que hace de la buena música un patrimonio.
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