Hitler fue quien primero legisló sobre los derechos de los animales, signo inequívoco de que la vida de las personas no le importaba demasiado y así hizo lo que hizo. Para llamar "asesinato" a matar a un toro hay que estar enfermo de resentimiento y de odio y tener muy poco respeto por la vida humana. Se asesina a las personas, y sólo a las personas. Y equiparar el asesinato de una persona con la muerte del toro en la plaza es lo mismo que legislar sobre los derechos de los animales y luego negarles cualquier derecho, y cualquier dignidad, a millones de personas. He aquí la ducha moral de la que adolecen los animalistas.
"Para ser antitaurino ¿hay que dejar de ducharse?", extracto del post de Sostres para
Por Abel Ros, el 13 Abril 2017
http://elrincondelacritica.com/2017/04/13/la-ducha-moral/