Hay países en los que a las cigüeñas se las venera como animales sagrados. En nuestros países, a los niños pequeños siempre se les cuenta que han sido traídos por la cigüeña, y para los periódicos es noticia cada año cuando estos animales , con su constante castañeteo habitual, regresan a nosotros desde sus refugios de invierno.
Aunque es preciso decir que ese retorno, a menudo, transcurre de cualquier modo menos sin fricciones. Porque puede que la cigüeña sea sagrada para algunos, pero no es en absoluto perfecta.
Por eso resulta de por sí asombroso que las cigüeñas consigan vencer con vida esos trayectos extremadamente largos; ¡algunas vuelan a lo largo de 10.000 kilómetros hasta Sudáfrica! Y es que, desde el punto de vista físico, el vuelo no es ninguna bagatela.
El propio acto de alzar el vuelo le crea grandes dificultades a un ave de gran tamaño como la cigüeña. A un gorrión, por ejemplo, le basta con dar dos o tres saltitos, aletear un poco y ya consigue estar en el aire.
En el caso de las aves de gran tamaño, por el contrario, esos saltitos no bastan, ya que el volumen de su cuerpo es demasiado grande en proporción con la superficie de sus alas. Esto trae como consecuencia que ellas, como hacen los buitres, tengan que brincar con las alas extendidas y en contra del viento para poder elevarse.
Si la cigüeña se encuentra en un nido situado a suficiente altura, lo tiene un poco más fácil: sólo tiene que saltar al vacío para obtener la suficiente fuerza ascensional. Ahora bien, una vez está en el aire, se enfrenta de inmediato a nuevos problemas.
Porque con sus casi 4 kilogramos de peso corporal -lo que es bastante para un ave- tiene que incrementar unas 10 veces su inversión de energía a fin de tener la fuerza necesaria para batir las alas.
El 2005, por ejemplo, fue un año castastrófico en Alemania en lo relativo a las cigüeñas. 2/3 de estos animales regresaron de su viaje a las regiones del sur, y en algunos territorios sólo fue la mitad (1/2).
La razón: durante su viaje a través de Oriente Próximo, las cigüeñas no encontraron suficientes vientos ascendentes, de modo que tuvieron que interrumpir el trayecto antes de tiempo.
Cuando las especies animales llevan un arriesgado estilo de vida -y esos vuelos anuales a través de miles y miles de kilómetros constituyen un estilo de vida muy arriesgado-, deberían cultivar una reproducción animada a modo de compensación, a fin de no poner en peligro las existencias de la especie.
También esperamos esto de la cigüeña, ya que, a fin de cuentas, tiene la reputación de ser la que trae a los bebés. Lo cierto, sin embargo, es que la cigüeña, por su comportamiento sexual y de cría, llama la atención una y otra vez por sus actitudes curiosas y crueles.
Imaginemos a un hombre y a una mujer que viajan por separado durante sus vacaciones de invierno. Cuando ella regresa, no se encuentra en casa a su hombre, sino a un intruso. La mujer no duda ni un instante: se casa con el gángster.
Un par de días después llega el marido y se lía a mamporros con el intruso, mientras que la mujer se queda parada a un lado sin mostrar interés alguno. El marido pierde la pelea y se muda a la casa de al lado, donde se pasa el tiempo llamando a su esposa, pero ésta permanece imperturbable junto a su nuevo amante, el gángster.
Esta historia forma parte de la vida cotidiana de las cigüeñas, porque las cigüeñas hembras están mucho más unidas al nido que a su pareja. Mantienen, tal y como dicen los zoólogos, un “matrimonio con el lugar”. Pero ésta es sólo una de las muchas razones por las que en las relaciones entre las cigüeñas se producen tantos divorcios.
continuará……
Fuente: DE FOCAS DALTÓNICAS Y ALCES BORRACHOS Por qué sobreviven algunas especies animales a pesar de sus defectos naturales (JÖRG ZITTLAU)