Revista Historia

La ecológica y desastrosa Central Mareomotriz de La Rance

Por Ireneu @ireneuc

La ecológica y desastrosa Central Mareomotriz de La Rance

Central Mareomotriz de La Rance

Visitar el norte de la Bretaña francesa es una gozada para la vista. Para alguien como yo, nacido a orillas del charco grande y caliente que es el Mediterráneo, ver el verdor del paisaje, las-en comparación- frías aguas del Canal de la Mancha y las espectaculares mareas que allí se producen, fue simplemente impactante. El Mont Saint Michel, la totalmente reconstruida Saint-Malo, Dinard, Saint Lunaire... y que, encima, no lloviera en 12 días, ya fue el acabose..., pero si hubo una cosa que me llamó la atención fue ver en directo el estuario del río Rance. En si, el estuario es como tantas otras rías estrechas que se pueden encontrar en cualquier parte del mundo, sin embargo, esta es especial, ya que aquí se construyó en los 60 la primera central de energía del mundo que utilizaba la fuerza de las mareas: la Central Mareomotriz de La Rance.

La ecológica y desastrosa Central Mareomotriz de La Rance

Mont Saint Michel

Las costas del norte de la Bretaña y Normandía, debido a una peculiar topografía que hace que las costas sean poco profundas y con muy poco desnivel, destacan porque en ellas se producen las mareas más altas de toda Europa, con alturas habituales de unos 10-12 metros y máximas de hasta 15 metros. Por ejemplo, el espectáculo de ver subir las mareas desde el Mont Saint Michel, no deja indiferente a nadie.

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Ubicación de La Rance

En esta situación, las mareas han formado parte consustancial de la vida de las gentes de esta zona desde hace milenios, lo que ha llevado a sus pobladores a convivir con ellas y, en la medida de lo posible, a explotarlas de la mejor forma que han podido -haciendo molinos, por ejemplo. Ello llevó al gobierno francés de De Gaulle, en los años sesenta del siglo XX el plantearse utilizar la fuerza de las mareas para generar energía eléctrica de una forma eficaz, renovable y, sobre todo, barata.
Bretaña, tradicionalmente ha sido una parte de Francia que ha tenido que importar energía de otras partes del país, por lo que su dependencia de la electricidad de las nucleares del resto del país era total. El mundo estaba enfrascado en plena Guerra Fría, y De Gaulle intentaba conseguir que Francia pudiera ser totalmente independiente energéticamente, por lo que poder utilizar la fuerza de las mareas se convirtió en una opción más que viable. El lugar elegido fue el estuario del río Rance, entre Saint-Malo y Dinard.

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Saint Malo

El río Rance (la Rance, para los franceses), desemboca en una ría de unos 15 kilómetros de largo y como mucho 1 km de ancho que se ve muy afectada por las mareas. Esta peculiar situación y estrechura, hacía de ella un punto inmejorable para poder explotar masivamente la fuerza mareomotriz para generar electricidad. Justamente, en una zona cercana a la embocadura, se empezó a levantar un dique de 750 metros de largo que uniría ambas orillas del estuario en 1961.
Las obras llevaron 5 años pero, para ser exactos, los primeros dos años se utilizaron para hacer una ataguía (una zona seca) en el cauce del estuario, a partir del cual levantar el dique y las instalaciones mareomotrices propiamente dichas, lo cual llevó otros tres años. El 26 de noviembre de 1966, con gran pompa y boato, el presidente francés Charles de Gaulle, inauguró la primera central mareomotriz del mundo.

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Corte de la presa

El dique, de unos 30 metros de alto desde el fondo del estuario, dispone de 24 turbinas reversibles que funcionan ya sea cuando sube la marea o cuando baja, dando una potencia de 240 megavatios por hora, o lo que es lo mismo, el consumo de una ciudad de 200.000 habitantes. Asimismo, posee una parte de compuertas como una presa cualquiera, con el que regular el caudal que deja ir o entrar, y en el lado oeste, una esclusa y un puente levadizo por donde pueden pasar barcos de hasta 4 metros de altura. El sobre del dique está acondicionado para el tránsito de vehículos (dos carriles en cada sentido, más concretamente), facilitando la comunicación rodada entre ambas orillas (Saint-Malo y Dinard), ya que anteriormente a la construcción de la central tenían que dar una vuelta de unos 50 kms para salvar el estuario.

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Carretera que aprovecha el dique

Esta central, si bien explota un recurso renovable y barato (el Kw/h es más barato que el producido por las nucleares), no ha salido ni mucho menos gratis. Económicamente costó 620 millones de francos de la época y se necesitaron 20 años de funcionamiento para amortizar la inversión, pero donde más caro ha salido ha sido medioambientalmente.

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Esclusa para barcos

Efectivamente, la construcción de la central, supuso desquiciar todo el ecosistema que existía hasta entonces en el estuario del Rance, ya que al estar adaptado a los ciclos mareales, el hecho de convertirlo en un pantano de 22 km2 sin conexión libre con el mar, supuso la práctica aniquilación de la fauna que allí existía. La nueva situación implicaba que o pasaban por el estrecho paso de las esclusas o tenían que atravesar las turbinas, con el riesgo -real- de ser convertidos "chopped" de pescado. Evidentemente, los peces grandes desaparecieron y muchos de los pequeños, también, si bien van volviendo tímidamente con el paso de los años. Pero no todo acabó aquí.

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Estuario y dique

Al estar la salida al mar cerrada, el río, ya no se veía afectado por las fuerzas de las mareas como antes (la marea máxima pasó a ser de 7 metros en vez de 15), por lo que los sedimentos ya no podían llegar al océano. Ello ha producido un enfangamiento de la ría, que en algunos puntos ha cambiado la arena blanca por una capa de lodo de hasta 3 metros de espesor, que ha hecho que la circulación de barcos se vea seriamente perjudicada y que cada año el estuario pierda un 1% de su volumen por los fangos depositados que no han sido arrastrados por la corriente. Un auténtico desastre ecológico.
En definitiva, la Central Mareomotriz de La Rance -que fue la mayor del mundo hasta 2011- es el claro ejemplo de que, según las gestionemos, el hecho de utilizar una energía renovable y barata como las mareas, no significa que sea inocua para nuestro medio ambiente. Cualquier instalación energética necesita estar diseñada con criterio y con cordura, ya que de otra forma, simplemente estaremos cambiando el problema pero no evitándolo. Sea como sea, y a pesar del mal infligido por el dique, la belleza y peculiaridad del entorno bien merece una visita que difícilmente le defraudará.

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Turbulencias por la central en funcionamiento


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