La decisión de Europa al afirmar que Uber es una “empresa de transporte” más que una plataforma tecnológica sienta un precedente que será referente en otros territorios. Su jurisprudencia será estudiada por muchos Estados en el mundo que hoy en día sostienen un gran dilema sobre la reglamentación o no de este servicio.
Este round, por ahora, lo ha ganado la economía analógica sobre la digital; la fuerza de la tradición sobre la innovación.
Esta decisión podría alentar a otros sectores de la economía que se han sentido amenazados por la emergencia de emprendimientos que incorporan innovación en la intermediación con los clientes. Así las cosas, seguramente renacerán iniciativas para pedir que Airbnb sea declarada una cadena hotelera; que Netflix no sea considerada una plataforma OTT, sino un canal.
Si los gobiernos siguen viendo los emprendimientos disruptivos como conatos delictivos en contra de las formas tradicionales de generar negocios no vamos a avanzar. Cada sector de la economía debe avanzar en sus formas de realizar procesos de back-end, de logística, de servicio al cliente para lograr nuevas experiencias. cuando la innovación viene desde las entrañas de las empresas de siempre, se aplaude la innovación (yo también lo hago), pero no puede se que cuando viene de empresas ‘nuevas’ sean consideras afrentas contra el intocable statu quo.
Veremos qué ocurrirá en los próximos meses en nuestros países donde esta noticia estará sobre la mesa. En Colombia, ojalá las empresas tradicionales de transporte, las plataformas tecnológicas, el Gobierno (representado no solo en el MinTransporte sino también en el MinTIC), la Academia, los think tanks, los ecosistemas de emprendimiento y los usuarios, tengamos una silla en esa mesa.
Bienvenida la discusión primero que la imposición.