¿Cuál fue la situación económica que se encontró Gorbachov cuando accedió al poder? A pesar de que en Occidente tenemos la idea de que era un sistema centralizado, la realidad era muy diferente. El sistema estaba departamentalizado, orientado hacie el localismo. Los millones de burócratas empleados en los organismos centrales de planificación continuaban determinándolo todo, desde el número de martillos hasta la distribución de medias para señoras. Ahora bien, casi siempre los resultados guardaban poca relación con los planes efectuados. Ni la cantidad ni la calidad se adaptaban a las demandas del mercado y a las crecientes aspiraciones del mercado soviético.
El problema era que los planes en rublos relativos al volumen de ventas estimulan la utilización de inputs muy costosos y desincentivaban la producción de modelos más baratos. Los planes en tonelada penalizaban la economía de los metales y premiaban a los productos pesados. Otro ejemplo, los planes en toneladas-kilómetros primaban a aquellos que eran capaces de transportar las cargas más pesadas en las distancias más largas. Las empresas de la contrucción trabajaban en base a planes expresados en rublos gastados, y sus hojas de salarios también se calculaban como porcentaje de los mismos, de forma que la construcción más barata penalizaba de hecho tanto a la dirección como a la manos de obra.
Además de todo ello, se desmotivaba el progreso técnico porque no había incentivos para la asunción de riesgos y también porque los medios materiales y la financiación de las inversiones estaban estrictamente controladas desde arriba y no se permitían las iniciativas desde abajo. Además estaba el hecho de los directivos. Éstos, ansiosos de cumplir el plan por encima de todo, generalmente infravaloraban su capacidad productiva con miras a reservarse una parte de dicha capacidad para una emergencia. Al mismo tiempo, la constante preocupación por los suministros originó no solo el exceso de solicitud de materiales sino también un acaparamiento a gran escala. En un sistema de estas características, las necesidades de los consumidores tenían poca, o mejor dicho, ninguna influencia en lo que se producía.
Después nos encontramos con el problema de las estadísticas. Por ejemplo, La URSS producía ocho veces más cosechadoras que los Estados Unidos. La cuestión estribaba en que una gran parte de ellas estaban siempre fuera de uso por falta de repuestos y de un adecuado mantenimiento. En estas circunstancias, quizá hubiera sido mejor desde el punto de vista económico producir menos cosechadoras. Pero como el ministerio perseguía cada vez unos objetivos más elevados, la producción se mantenía alta al margen de las necesidades y de la calidad.
Este crecimiento por el crecimiento carecía de sentido. La escasez de determinados productos convivía con la hiperproducción de lo que no hacía falta. Además la realización de las inversiones se demoraba a menudo por un número excesivo de proyectos simultáneos