Decir que la economía es una ciencia, es mucho decir. Por mucho que lo digan los economistas, la economía no es una ciencia. O en el mejor de los casos si quieren podríamos decir, de forma coloquial, que es una ciencia inexacta. Una ciencia que está supeditada a la ideología. Y una disciplina que está sometida a algo tan cambiante como puede ser la ideología no puede presumir de ciencia.
Las matemática, la física, la química son ciencias. Si usted suma dos más dos, siempre son cuatro, sea usted un independentista maorí, un preso de alcatraz o, incluso, la lideresa de Madrid. Sin embargo, esto no es así con la economía. Además, desde cuándo se ha visto que los rumores influyan en una ciencia. La ciencia estudia hechos, con certeza o probabilidad pero hechos.
La economía depende de quien la ejerza, dependiendo de si es neocon, liberal, socialdemócrata o marxista, quien toma la decisión, puede cambiar no sólo las soluciones sino incluso el diagnóstico. Las previsiones económicas fallan más que una escopeta de feria.
Fíjense ustedes a esos profetas que hoy no hacen sino soltar maleficios y presagios desastrosos sobre la economía europea y que fueron incapaces de predecir una crisis que está convulsionando el planeta. Ahí quedan el Banco Mundial, el FMI, el Banco Central Europeo, las agencias rating, etc. A todas las pilló la crisis, con el paso cambiado.
¿Desde cuando se ha visto que una ciencia esté sujeta a rumores o declaraciones? Reconozco que mis conocimientos de Economía son limitados, pero hacer creer que la economía es una ciencia parece más cuestión de fe y de intereses que de otra cosa. ¿Desde cuándo se ha visto que si se dice que este año hay mala cosecha de cereales, los cereales dejen de crecer? Sin embargo, si a uno de estos mandamases de pacotilla, agoreros oficialistas, se le ocurre hacer semejante afirmación, las acciones de las empresas de cereales terminarán arrastrándose por los suelos.
No, una ciencia no puede estar al albor de rumores sino de hechos. Así es que no me vengan con historias. Aquí cada uno diagnostica y aplica soluciones de acuerdo a su forma de pensar. Si no, no sería posible explicar por qué a una crisis unos pretenden cargarse el Estado del Bienestar y apretar hasta la saciedad a los ciudadanos, mientras otros proponen medidas de inversión pública para incentivar el consumo, aunque se aumente el déficit.
Y si son más, que no más sabios, los que pretenden que hagamos un enésimo agujero al cinturón que los que sugieren, predicando en el desierto, que se apliquen medidas keynesianas, es porque quien manda, esos famosos mercados, tiene intereses claros para hacer adelgazar el Estado del Bienestar y mantener una presión sobre los ciudadanos. Su ideología neoliberal les hace actuar con contundencia.
Así, ante una crisis como la del 29, se aplicó como solución El New Deal, mientras que ahora ante esta crisis se está recurriendo a lo contrario, a la desinversión pública.
Que no nos vengan con cuentos, eso de que las medidas son necesarias y únicas es mentira. De hecho la última de Obama ha sido aplicar 450.000 millones de dólares en inversiones públicas para crear empleo y salir de la crisis, sin importarle para nada el aumento del déficit. ¿Por qué no hace Europa lo mismo, en vez de hipotecarnos para siempre con la obsesión del déficit? Simplemente por ideología, ideología neoliberal, ni más ni menos
Salud y República