Hasta un niño que recibe una mesada semanal entiende que las alzas de precios son dolorosas. Por el contrario, si espera que las láminas coleccionables sean más baratas en el futuro, guardará su dinero para gastarlo más tarde. Los banqueros centrales suelen preocuparse por mantener controlada la inflación, pero los mercados los están obligando a considerar para el futuro escenarios deflacionarios.
El punto de equilibrio a 10 años en los valores del Tesoro estadounidense protegidos de la inflación (TIPS, su sigla en inglés) ha bajado de casi 2,5% a 1,8% en un año, algo curioso dada la preocupación por los déficit del gobierno. Los precios de los commodities están bajando, como es el caso del cobre y el petróleo, por la caída en la demanda de China. Y la recuperación en el empleo y la producción sigue anémica, ya que los gobiernos están retirando el estímulo fiscal.
Pero los agoreros de la hiperinflación siguen en sus trincheras. Apuntan que la base monetaria estadounidense se ha incrementado más de 140% en los dos últimos años, mientras que el relajamiento cuantitativo ha tenido un efecto similar sobre la oferta monetaria en el mundo occidental. A medida que todo el dinero se abre paso a través de un sistema con tasas de interés cercanas a cero, temen consecuencias catastróficas. Afortunadamente, también apuntan a una vía de beneficiarse del desastre. Varios grandes inversionistas que predijeron la crisis de crédito han comprado oro.
Pero en un ambiente deflacionario deberían ser cuidadosos. La experiencia japonesa muestra que una mayor oferta monetaria no necesariamente se traduce en inflación. Desde 1990, su oferta monetaria ha subido 145% pero los precios en general siguen marcha atrás. Este es uno de los datos que desmiente la veracidad de la Teoría Cuantitativa del Dinero, como se plantea en el artículo sobre las causas de la hiperinflación en la República de Weimar.
Históricamente, el precio del oro ha seguido al crecimiento de la oferta monetaria. Pero desde la crisis otros factores, como el riesgo soberano y las expectativas del mercado accionario, también han impulsado la cotización del metal amarillo. Los inversionistas que se dejen llevar por la estrategia de marketing de los hedge funds que lanzan productos denominados en oro deben tener cuidado. Si el oro sigue despegándose de otros fundamentos deflacionarios, sus retornos sufrirán sin importar lo inteligente de la gestión de activos.
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