La edad de la duda. Andrea Camilleri

   Me parece que ya os he contado que el comisario Salvo Montalbano es uno de mis favoritos si de novela policiaca se trata. Me da igual que ya no tenga la frescura de sus primeros libros o que de la sensación de que el autor empieza a cansarse de su personaje. Yo me alegro infinito cada vez que veo entre las novedades de Salamandra una nueva entrega de sus aventuras. Supongo que ya me he encariñado con Vigàta y su gente y que cada lectura es como reencontrarte con viejos amigos.
   Esta vez tuve suerte y desde que descubrí que ya estaba en la calle hasta que lo coloqué en mi estantería pasó muy poco tiempo gracias a un muy buen amigo que siempre me regala libros bonitos e interesantes.
   El comisario Montalbano se nos está haciendo mayor y lo notamos en su comportamiento, en sus sueños, en su manera de enfocar los problemas y claro, también en la de resolver los casos.
   Un cadáver con el rostro desfigurado, un velero de lujo sospechoso atracado en el puerto y una teniente de la policía que hará que los sentimientos del comisario se tambaleen son los ingredientes de este nuevo libro.

   Debo reconocer que es la primera vez que noto que la historia es un poco más floja que otras veces. Montalbano está más serio que de costumbre, el crimen no llega a intrigar tanto y el final ha sido para mí francamente sorprendente por lo trascendental.
   Aparte de eso, el resto de los persnajes, Catarella, Fazio, Mimí, siguen siendo frescos y atractivos como siempre, la trattoría de Enzo mantiene su encanto y Vigàta sigue siendo un lugar que querría visitar si existiera. Quizás, lo que he echado de menos ha sido pasear por ella como otras veces y el contacto con sus habitantes y sus paisajes.
   Aparte de eso, evidentemente, el libro me ha durado poco porque, a pesar de todo, consigue enganchar y mantener la intriga y me ha gustado.

   Considero a Camilleri un maestro de la escritura, me gusta su estilo, tanto en su serie policiaca como en su novela más intimista, su tono mordaz y burlón, su narrativa ligera y ágil pero llena de matices que nos hacen sentir el calor, el frío, el silencio o cualquier cosa que él quiera mostrar. Sus personajes, siempre bien dibujados, con algo que contarnos pero poco a poco y sus ambientes serenos.
   Por suerte, todo eso sigue acompañando los casos del comisario y por suerte, leer a Camilleri, en este sentido, sigue siendo un placer.

   En verano suele aparecer en las listas de novedades alguno otra novela suya, como es natural, yo la esperaré y la leeré encantada y feliz.
   No sé cuantas entregas de mi querido Montalbano nos quedan, tal vez ya no sean muchas. Yo las seguiré recomendando por ser novela negra bien escrita, con tramas bien construidas y además muy divertidas.