Querido Newland Archer,
Estamos en 2021 y me gustaría decirte que ahora no habría habido ningún tipo de impedimento para formalizar vuestro amor. Con el paso de los años hemos aprendido que ni el dinero ni la edad deberían importar para unir o separar a las parejas que se aman. Y vosotros os amabais.
Fotograma de la película 'La edad de la inocencia', de Martin Scorsese
Quizá te precipitaste al comprometerte con la joven May Welland. Seguro que cuando la viste por primera vez pensaste, con razón, en que era la mujer más hermosa del mundo y que tendríais hijos, algún perro y seríais una pareja feliz para toda la vida. Todavía recordarás el día en el que formalizaste tu compromiso, pensando en que vuestros fastos en la ciudad de Nueva York se recordarían siempre. Ay, querido. Eras muy ingenuo porque no pensaste que la belleza y el ímpetu de la Condesa te arrebatarían el corazón hasta el día de tu muerte. Y es que nunca la olvidaste, nunca pudiste hacerlo.
Bien sabes que la Condesa Ellen Olenska era una mujer que permanecía al margen de todo tipo de convicciones sociales. Tuvo que dejar Europa y abandonar a su primer marido, un hombre cruel que cometió infidelidades y algún abuso. Fue valiente y dejó atrás comodidades para instalarse en Nueva York con su familia paterna. Para la gente de tu sociedad, de tu círculo más íntimo, la culpable del fracaso era ella. Bueno, es que las culpables siempre somos nosotras. Menuda panda de hipócritas y de chismosos. A ti todo te pilló por sorpresa y su espíritu libre y fuera de toda norma establecida, te hipnotizó. Ellen luchó contra su propio tiempo, contra su familia y contra sí misma. Se puso una armadura y se convirtió en una auténtica amazona. Qué suerte que la pudiste conocer, que suerte que tuviste su atención.
La autora Edith Wharton
Pero lo que es justo, es justo y tengo que decirte que fuiste el único que de verdad la quiso ayudar... porque la querías. La querías tanto que a punto estuviste de dejar a tu esposa para macharte con ella a Europa. A punto estuviste de arruinar tu vida, aunque ¿acaso no la arruinaste? No sé, eso sí que deberías preguntártelo a ti mismo. Yo lo único que sé es que renunciasteis a la felicidad a favor de tener una vida tranquila y alejada de murmullos e insinuaciones. Al menos pudiste verla una última vez y estoy segura de que esa imagen te acompañó hasta el final de tus días.Querido Archer, ha sido un placer acompañaros a lo largo de estas páginas, de esta novela creada por la genial Edith Wharton. Espero que os hayáis podido reencontrar y que ahora sí, seáis muy felices.
M.
Valoración GoodReads: ⭐⭐⭐⭐