Las primeras menciones al liderazgo participativo aparecen en los primeros trabajos de Paul Hersey y Ken Blanchard sobre el liderazgo situacional. Como vimos en un post anterior, el modelo de liderazgo situacional parte de que no existe un estilo óptimo de liderazgo sino que, por el contrario, los líderes más efectivos son aquellos que adaptan su estilo según las características del entorno, el equipo, la persona, o la tarea que están gestionando.
Hersey y Blanchard definen cuatro posibles estilos como respuesta a estas características: el estilo directivo, el persuasivo, el participativo y el delegador. Así, el liderazgo participativo corresponde a una forma de liderar en la que el directivo se centra en cultivar y desarrollar la moral y el espíritu del equipo, desarrollando las relaciones personales y fomentanto la participación de sus miembros. El liderazgo participativo es una apuesta por la inteligencia colectiva del equipo, quedando la dirección reducida a sus niveles mínimos, pues el líder interviene sólo en situaciones excepcionales.
Lo que inicialmente era un estilo de liderazgo en el que el directivo era un miembro más de un equipo de personas maduras y motivadas está siendo en la actualidad objeto de revisión y desarrollo. El motivo es claro: cada vez nos enfrentamos más a situaciones donde las necesidades de dirección corresponden a un liderazgo participativo. En un mundo cada vez más complejo, más fragmentado y más acelerado la creatividad y la innovación no dependen de un sólo líder o de un único punto de vista, sino de los escenarios que pueda crear la inteligencia colectiva de un grupo de personas.
Esto ha llevado a la creación de modelos y metodologías para dar soporte al liderazgo participativo, como se refleja en el desarrollo de herramientas como el World Cafe, la Teoría U, el Círculo, el Open Space o la Indagación Aprecitaiva. Todos ellos se pueden aplicar a procesos de creatividad e innovación no sólo a nivel empresarial, sino también a nivel de cambio social, político e incluso para la puesta en marcha de procesos de democracia participativa. En todos ellos se invita a grupos de profesionales o stakeholders (grupos de hasta 1.200 personas) a explorar y a poner en marcha una inteligencia colectiva. Desde estos procesos personas con diferentes perspectivas desarrollan conversaciones en torno a preguntas poderosas para producir soluciones y cambios sostenibles que den respuesta a los desafíos a los que se enfrentan sus empresas, sus comunidades o sus regiones.
Internet está llena de recursos de comunidades de práctica que comparten materiales en torno al liderazgo participativo. Si está interesado en ello puede comenzar consultando dos que son excelentes: The Art of Hosting y The World Café.
Recuerde que todos los cambios que la humanidad emprenderá en el futuro tendrán el mismo origen: el momento en que dos o más personas se sientan a conversar en torno a conversaciones sobre asuntos fundamentales. Los factores siempre son los mismos: un grupo de personas, un objetivo común y una disposición a dialogar para crear posibles escenarios futuros. Fascinante.