"Nunca más volveré a ser feliz".
Mi lado más dramático es el que dejo para la literatura. En mi día a día No hay espacio para esa parte, pero, cuando se trata es elegir un libro, ahí entro hasta el fondo. Hoy traigo a mi estantería virtual, La edad del desconsuelo.
Dana y Dave forman un matrimonio de mediana edad con tres hijas y una situación de éxito. Es entonces cuando Dave descubre que Dana tiene una aventura y se plantea qué hacer realmente ante este conocimiento, porque quizás lo mejor sea no hacer nada, no enfrentarlo, que Dana no sepa que el lo sabe.
La edad del desconsuelo es una novela corta que pulveriza estereotipos y refleja realidades a partes iguales, algo muy peligroso de hacer sobre todo si hay pocas páginas en el proceso. Smiley nos sitúa como si fuera un chiste, Dave estudió odontología, pero Dana también. Dana la única mujer en un principio, así como también era menos habitual hablar de infidelidades femeninas, aunque pasado no demasiado tiempo, eran más de la mitad (aplicable también a si situación marital). Y con esta premisa constante de revelar a Dana como alguien excepcional que vive una situación ahora habitual, avanza la historia. Dave es quien la cuenta, la autora prescinde del clásico "hay que escuchar a las dos partes" y por eso dota a la protagonista de una fortaleza que hace que no necesite una voz propia. A fin de cuenta y ante un descubrimiento semejante, parece decirnos, las principales reflexiones, las primeras, son las que uno realiza en la intimidad de su propia cabeza antes de tener decidido qué hacer realmente. Y decide no enfrentar a su esposa, no darle la oportunidad de confesar y decidir: miedo, piensa el lector. La vida, parece decirnos la escritora al mostrar unas rutinas que hacen pasar los días sin mirarse al frente mientras dibuja sutilmente ese escenario de quienes llevan mucho tiempo juntos y van perdiendo la ilusión, los detalles, en el camino.
Dave en su monólogo no deja de percibirse como algo masculino, y es esta una parte importante, volvemos a la rareza de que sea el hombre el que se coloca en esta situación, el que observa, el que piensa, y es precisamente este tono el que le da una credibilidad a la novela y un poso amargo del que es difícil escapar para el lector. Smiley parece no escribir para el momento, si no hacerlo para el desgaste, para el planteamiento de qué sucede, no ya cuando llevas a la situación de los protagonistas, si no mucho antes. Y es entonces cuando el amargor se asienta en el paladar y el lector comprende que el título elegido es perfecto. Haya o no vivido esa situación. Realmente aquí, como sucede en tantas otras novelas de terror, thriller o scifi, haberlo vivido no es lo importante. Lo verdaderamente importante es lo que la autora nos hace sentir.
La edad del desconsuelo es una novela corta con un poso de larga duración.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.